En 20 años, México será gobernado por “mexicoamericanos” y se habrá “integrado” a América del Norte: Estados Unidos dictará las políticas públicas, habrá “instituciones compartidas”, las fuerzas armadas mexicanas intervendrán en conflictos internacionales por la “seguridad hemisférica” y se abandonará el concepto de “soberanía”. Según el plan calderonista, el desarrollo del país no será del tipo BRIC (Brasil, Rusia, India, China). La anexión, para usar a México como área de control militar estadunidense, señalan expertos
/ Sexta parte
La entrega total del país a los intereses trasnacionales –impulsada por el plan México 2030, Proyecto de Gran Visión, del panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa– incluye los ámbitos político, gubernamental y militar. En su último capítulo, el expediente revela que, en 20 años, “algunos mexicoamericanos” ocuparán “cargos públicos de relevancia en ciertas áreas”.
Esto, como parte del “proceso de integración con América del Norte”; cuyas primeras etapas abarcan las “áreas financiera, comercial y de políticas públicas”, detalla el documento de la política exterior, compilado en el capítulo “Eje 5. Democracia efectiva y política exterior responsable”. El objetivo, según el proyecto transexenal, es que el país tenga un “liderazgo consolidado”.
La “integración” es, en realidad, la anexión, señala Pablo Moctezuma Barragán, autor de México, dependencia y autoritarismo y Cronología histórica de las intervenciones de EUA, entre otros libros. Acerca de la participación abierta de mexicoamericanos en el gobierno, indica: “Es la anexión ya descarada. Así seríamos un país accionista-asociado”.
Explica que el modelo que se quiere imponer con estos planes es neocolonialista. “El desarrollo económico no se da en función del bienestar de la población, sino de las funciones de la metrópoli”: el país produce materias primas (oro, plata, petróleo) y Estados Unidos y Canadá devuelven productos industrializados. Añade que, en este modelo, los derechos de las corporaciones trasnacionales se hacen valer en contra de los derechos nacionales.
En su último apartado, el Proyecto de Gran Visión establece que el país será “parte fundamental de una comunidad de América del Norte, que abarca a México, Estados Unidos y Canadá”.
El problema es que el análisis de las relaciones internacionales –hecho en el contexto de los talleres temáticos a los que convocó Calderón Hinojosa en octubre de 2006– parte desde Estados Unidos, como si la Unión Europea no existiera; como si China, Japón, Rusia e India tuvieran un valor muy relativo, considera el exdiplomático Héctor Lerín Rueda.
Esa “comunidad norteamericana”, dice el documento desclasificado por la Presidencia, estará “integrada con políticas e instituciones compartidas, incluyendo un espacio de seguridad común y una relación profunda en materia de migración, comercio e inversión”.
Moctezuma Barragán refiere que “ya nos anexaron económicamente y (ahora) nos van anexar militarmente. El reto está en qué modelo económico presentan para que no se vea tan feo. Por ejemplo, Puerto Rico es una colonia, pero también dicen que es un Estado independiente-asociado”.
Aunado a ello, el documento plantea abandonar la concepción de la soberanía: “Se deben reconsiderar conceptos considerados como ‘sacrosantos’, como el de la soberanía, ya que detonan debates que puedan llegar a contaminar la agenda internacional del país”.
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La entrega total del país a los intereses trasnacionales –impulsada por el plan México 2030, Proyecto de Gran Visión, del panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa– incluye los ámbitos político, gubernamental y militar. En su último capítulo, el expediente revela que, en 20 años, “algunos mexicoamericanos” ocuparán “cargos públicos de relevancia en ciertas áreas”.
Esto, como parte del “proceso de integración con América del Norte”; cuyas primeras etapas abarcan las “áreas financiera, comercial y de políticas públicas”, detalla el documento de la política exterior, compilado en el capítulo “Eje 5. Democracia efectiva y política exterior responsable”. El objetivo, según el proyecto transexenal, es que el país tenga un “liderazgo consolidado”.
La “integración” es, en realidad, la anexión, señala Pablo Moctezuma Barragán, autor de México, dependencia y autoritarismo y Cronología histórica de las intervenciones de EUA, entre otros libros. Acerca de la participación abierta de mexicoamericanos en el gobierno, indica: “Es la anexión ya descarada. Así seríamos un país accionista-asociado”.
Explica que el modelo que se quiere imponer con estos planes es neocolonialista. “El desarrollo económico no se da en función del bienestar de la población, sino de las funciones de la metrópoli”: el país produce materias primas (oro, plata, petróleo) y Estados Unidos y Canadá devuelven productos industrializados. Añade que, en este modelo, los derechos de las corporaciones trasnacionales se hacen valer en contra de los derechos nacionales.
En su último apartado, el Proyecto de Gran Visión establece que el país será “parte fundamental de una comunidad de América del Norte, que abarca a México, Estados Unidos y Canadá”.
El problema es que el análisis de las relaciones internacionales –hecho en el contexto de los talleres temáticos a los que convocó Calderón Hinojosa en octubre de 2006– parte desde Estados Unidos, como si la Unión Europea no existiera; como si China, Japón, Rusia e India tuvieran un valor muy relativo, considera el exdiplomático Héctor Lerín Rueda.
Esa “comunidad norteamericana”, dice el documento desclasificado por la Presidencia, estará “integrada con políticas e instituciones compartidas, incluyendo un espacio de seguridad común y una relación profunda en materia de migración, comercio e inversión”.
Moctezuma Barragán refiere que “ya nos anexaron económicamente y (ahora) nos van anexar militarmente. El reto está en qué modelo económico presentan para que no se vea tan feo. Por ejemplo, Puerto Rico es una colonia, pero también dicen que es un Estado independiente-asociado”.
Aunado a ello, el documento plantea abandonar la concepción de la soberanía: “Se deben reconsiderar conceptos considerados como ‘sacrosantos’, como el de la soberanía, ya que detonan debates que puedan llegar a contaminar la agenda internacional del país”.