Desde el domingo, Jean Succar Kuri duerme en la relativa comodidad de la cárcel municipal de Cancún, a la que retornó después de 40 meses en el penal de alta seguridad del Altiplano (antes La Palma) en el Estado de México. El 16 de febrero pasado un juez ordenó su traslado a fin de que estuviera cerca de su familia y de que pudieran tramitarse expeditamente los procesos del fuero común que se le siguen junto con otros de carácter federal. En rudo contraste con ese beneficio, tres antiguos compañeros suyos en aquella penitenciaría federal de Almoloya de Juárez siguen a la espera de que se les reubique en una prisión próxima a su domicilio. Están en aquel presunto centro de readaptación social federal desde mayo de 2006, o sea que han permanecido allí medio año más que el empresario nacido en Líbano y naturalizado mexicano.
A diferencia de Succar Kuri, declarado expresamente reo de alta peligrosidad (tipo para el cual fue construido el penal de Almoloya), a Ignacio del Valle Medina, Felipe Álvarez Hernández y Héctor Galindo Gochicoa se les ha mantenido en ese reclusorio de alta seguridad pese a que no les cuadra, y no ha sido determinado oficialmente, su pertenencia al perfil de alta peligrosidad que explicaría en parte el que se les haya aprisionado en ese lugar. El motivo de ese trato discriminatorio es que estos últimos reos sufren represalias políticas, en tanto que Succar Kuri se beneficia de sus nexos políticos. |