MÉXICO, D.F., 29 de marzo (apro).- Cuando Margarita Zavala asistió al sepelio de Jorge Antonio Mercado Alonso y Francisco Javier Arredondo Verdugo en las instalaciones mismas del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), en cuya ceremonia el rector Rafael Rangel Sostmann pidió no protestar sino ofrecer soluciones contra la violencia, comenzó a perfilarse la impunidad de este doble homicidio que cimbró sólo transitoriamente a la elite.
Y es que a la incompetencia y falta de voluntad del gobierno de Felipe Calderón para esclarecer los dos asesinatos, que se disfrazaron de duelo de la mujer de éste, se sumó la timorata y conformista conducta del máximo directivo del ITESM, exhibida en la ceremonia fúnebre y en todos los pronunciamientos que ha hecho y que en resumen clama por la resignación.
La presencia de Zavala en las instalaciones de esa institución educativa en Monterrey, el martes 23 --cuatro días después del doble asesinato de los alumnos de postgrado--, y la visita que hizo Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, mediatizaron las protestas lógicas de la comunidad agraviada por la violencia, pero las proclamas de Rangel Sostmann terminaron por neutralizar cualquier talante de dignidad.
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Y es que a la incompetencia y falta de voluntad del gobierno de Felipe Calderón para esclarecer los dos asesinatos, que se disfrazaron de duelo de la mujer de éste, se sumó la timorata y conformista conducta del máximo directivo del ITESM, exhibida en la ceremonia fúnebre y en todos los pronunciamientos que ha hecho y que en resumen clama por la resignación.
La presencia de Zavala en las instalaciones de esa institución educativa en Monterrey, el martes 23 --cuatro días después del doble asesinato de los alumnos de postgrado--, y la visita que hizo Fernando Gómez Mont, secretario de Gobernación, mediatizaron las protestas lógicas de la comunidad agraviada por la violencia, pero las proclamas de Rangel Sostmann terminaron por neutralizar cualquier talante de dignidad.