1. El mundial de fútbol no se ha iniciado, pero la radio y TV no paran durante horas su campaña de enajenación para tratar de embrutecer más a la fanaticada. Bastó un triunfo de la selección de México para que ya no pudiéramos escuchar o ver otra cosa que a enloquecidos locutores de Televisa, TV Azteca, Radio Fórmula y otros medios –hasta el de Aristegui- gritando que “como México no hay dos”. La realidad es que como México no hay dos países más miserables, más desempleados, más mal gobernados y con mayores deficiencias en servicios de salud, educación o asistencia social. No pude escuchar a Aristegui ni otra cosa más. ¿Cuánto tiempo tardará ese famoso campeonato mundial para no escuchar el brutal nacionalismo, para no oír las voces triunfadoras en radios y televisoras que sólo están al servicio del capital? ¿Cuánto tiempo debo esperar para no observar el crecimiento de fanatismo y la enajenación de nuestro pueblo?
2. Si tuviera dios le pediría con toda devoción que el equipo de fútbol de México pierda desde la primera vuelta del campeonato mundial porque si no, ya no podré escuchar los noticieros que –aunque deformados y manipulados- me ponen al tanto sobre algo de lo que sucede en el país y el mundo. Durante un mes –no se cuanto dure- tendré apagado esos medios para no soportar a los salvajes locutores y comentarios tontos. Pienso que una vez retirado México parecería que el famoso mundial ha tocado a su fin, aunque la radio y la TV –como gigantescas empresas comerciales- no dejarían de joder lanzando halagos a los brasileños u otro equipo que les proporcione ganancias. Los gobiernos y los empresarios dirían que hay que ser “patriotas” para seguir enajenando al pueblo y así continuar oprimiéndolo; lo único que siempre han buscado y logrado es hacer más tonta a la población para controlarla mejor.
3. Siempre he aplaudido que pierda el equipo mexicano para que los fanáticos se hagan más críticos, se indignen un poco por la situación de pobreza, desempleo y miseria en que vive el 70 por ciento de la población y para que comiencen a ver y reconocer que México está jodido en todos los aspectos por culpa de un puñado de ricos que siempre han dominado el poder. ¿Por qué me enoja que el equipo mexicano gane? Porque los fanáticos –que son muchos- enloquecen de alegría, gritan como locos “México, México” como si vivieran en un país de justicia, de igualdad y felicidad olvidando que son miserables y explotados y que su familia apenas alcanza para comer. Los gobiernos se esconden cuando el equipo pierde, pero cuando gana se pasean entre las multitudes, levantan la mano al equipo y –con dinero del pueblo- regalan casas y automóviles a los jugadores. Esa loquera y enajenación es construida por los medios y el gobierno.
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2. Si tuviera dios le pediría con toda devoción que el equipo de fútbol de México pierda desde la primera vuelta del campeonato mundial porque si no, ya no podré escuchar los noticieros que –aunque deformados y manipulados- me ponen al tanto sobre algo de lo que sucede en el país y el mundo. Durante un mes –no se cuanto dure- tendré apagado esos medios para no soportar a los salvajes locutores y comentarios tontos. Pienso que una vez retirado México parecería que el famoso mundial ha tocado a su fin, aunque la radio y la TV –como gigantescas empresas comerciales- no dejarían de joder lanzando halagos a los brasileños u otro equipo que les proporcione ganancias. Los gobiernos y los empresarios dirían que hay que ser “patriotas” para seguir enajenando al pueblo y así continuar oprimiéndolo; lo único que siempre han buscado y logrado es hacer más tonta a la población para controlarla mejor.
3. Siempre he aplaudido que pierda el equipo mexicano para que los fanáticos se hagan más críticos, se indignen un poco por la situación de pobreza, desempleo y miseria en que vive el 70 por ciento de la población y para que comiencen a ver y reconocer que México está jodido en todos los aspectos por culpa de un puñado de ricos que siempre han dominado el poder. ¿Por qué me enoja que el equipo mexicano gane? Porque los fanáticos –que son muchos- enloquecen de alegría, gritan como locos “México, México” como si vivieran en un país de justicia, de igualdad y felicidad olvidando que son miserables y explotados y que su familia apenas alcanza para comer. Los gobiernos se esconden cuando el equipo pierde, pero cuando gana se pasean entre las multitudes, levantan la mano al equipo y –con dinero del pueblo- regalan casas y automóviles a los jugadores. Esa loquera y enajenación es construida por los medios y el gobierno.