lunes, 12 de julio de 2010

Yucatán, México: La estatua y los pájaros

Como si se pudiera hacer una celebración pública de la tortura y la esclavitud, que eso representan los Montejo, que fundaron una ciudad sobre la cruenta destrucción y ruina de otra

Raúl Lugo Rodríguez |

"Yo he visto más de una vez mujeres que trabajan día y noche en tareas abrumadoras. Con violencia se las forzaba a entrar en un lugar, y ahí se las encerraba con los hijos que estaban criando, como si estuvieran condenadas a prisión. A causa del trabajo excesivo las mujeres preñadas padecen abortos; las madres lactantes no pueden amamantar lo suficiente a sus hijos. Los hombres encargados de tal obra tienen ocasión para ofender a Dios. Yo hablo como uno que sabe, pues yo he visto que tan injustamente se hace todo esto. Quienes exigen tal tributo, pecan, y están obligado restituir dondequiera que puedan”.

Estas son palabras de Fray Alonso Gutiérrez de la Vera Cruz. “Los hombres encargados de tal obra”, a quienes el fraile acusa, eran, ni más ni menos, los aventureros que llegaron de ultramar, paisanos del religioso denunciante, aventureros que escudándose tras el discurso religioso de la expansión del evangelio, vinieron a este continente para matar, saquear y despojar. No es Fray Alonso de la Vera Cruz el único testigo de las atrocidades cometidas en la invasión europea a este continente por quienes, empuñando la cruz y la espada, vinieron a apoderarse de tierras que no les pertenecían y a sojuzgar naciones con lujo de crueldad.

También Fray Bartolomé de Las Casas, al hacer suya la defensa de los pueblos originarios de estas tierras, nos relata:

“Los españoles entraron y conocieron a ovejas mansas, y no han hecho, de cuarenta años a esta fecha, hasta hoy, y hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas maneras, nunca antes vistas ni leídas, de crueldad, de las cuales unas pocas se dirán abajo…
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