Los cárteles del narcotráfico ya se apoderaron de la mitad del territorio, donde se hacen “justicia”, poseen tierras para sus sembradíos y rutas para transportar o recibir drogas de otros países (China, Rusia y países del Oriente Medio) para exportarlas a más de 100 millones de estadunidenses (con ramales internos para el consumo mexicano que ha aumentado). Pero para edificar sus mansiones, estar al amparo del peñanietismo y aparentar ser hombres de negocios, empresarios y banqueros, han escogido los municipios de Huixquilucan, Coacalco, Ecatepec, Ixtapan de la Sal, Metepec y Toluca, en el Estado de México.
La investigación periodística Tierra narca, pone “al descubierto la herencia negra que dejará, a partir del primer minuto del 16 de septiembre de 2011, el aspirante presidencial más aventajado del Partido Revolucionario Institucional: Enrique Peña Nieto”. Éste, por actos directos e indirectos, nunca por omisión e ignorancia, permitió que la entidad sea “refugio mexiquense de los grandes capos del crimen organizado”. El periodista Francisco Cruz Jiménez y los reporteros Selene Hernández, Miguel Alvarado y Elpidio Hernández, en 300 páginas nos ponen al tanto de un hecho aterrador: los grandes criminales son gente mexiquense “de bien”. Se codean con la crema y nata de la elite peñanietista.
El libro se titula así porque la entidad es el escenario de miles de homicidios entre narcotraficantes, y más feminicidios que en Ciudad Juárez. Además del lavado de millones, para comprar, vender y financiar la gran vida que se dan los narcopolíticos.
El sexenio peñanietista es marco de esa criminalidad desde septiembre de 2008, con la matanza de 24 albañiles en la Marquesa, los crímenes de Atenco, hasta la muerte de la niña Paulette, que demostró cómo Peña Nieto, el grupo Atlacomulco y la sucesión a favor de Eruviel Ávila (y no como era el plan para la continuación de la pandilla: Del Mazo-Montiel) están inmersos en la cosecha de la Tierra Narca, que es el Estado de México. El periodista nos lleva por un viaje aterrador (autor también de El cártel de Juárez) de lo que es la entidad, con millones de millones invertidos en propaganda y plataforma para el despeñadero de Peña Nieto quien “durante los primeros cuatro años [de su sexenio], el apoyo comprado a las dos grandes cadenas televisoras y a las revistas del corazón, se encargaron de mantener pulcra la imagen del gobernador”.