viernes, 5 de octubre de 2012

#Calderón El presidente del desempleo POR PAULINA VILLEGAS - Viernes 5 de octubre de 2012

Felipe Calderón se comprometió a ser el mandatario que más empleos crearía. Seis años después la tasa oficial es superior al 5 por ciento y el desempleo entre los jóvenes llega al 10 por ciento. La crisis mundial ha influido pero también la falta de políticas de fomento al trabajo
Prometió ser el presidente del empleo, pero no cumplió. Al terminar el sexenio, millones de mexicanos aun esperan tener aquel espacio laboral que les prometió Felipe Calderón.
Hace seis años los spots de campaña del candidato del PAN a la presidencia de la república prometían una y otra vez a los mexicanos una vida mejor.
“Para que vivamos mejor, Felipe Calderón presidente del empleo” decía uno de los más repetidos slogans de la campaña electoral.
Un sexenio más tarde los resultados no fueron los prometidos.
Si en el 2005 la tasa de desempleo era de un 3 por ciento, para el último trimestre del 2012 alcanzó el 5 por ciento, de acuerdo a la amañada  metodología mexicana para medir la desocupación.
Para los jóvenes, las cosas están peor.
La tasa de desocupación juvenil hoy es el doble de la tasa general promedio. Alcanza ya casi un 10 por ciento entre la población de 18 a 25 años.
Millones de jóvenes buscan un empleo formal, pero se topan con una pared de hierro.
Por eso, ellos más que nadie tendrían el derecho a llamar a  Felipe Calderón el presidente del desempleo.
¿Cuáles son los resultados del programa del “primer empleo” con el que Calderón fomentaría la ocupación de los jóvenes? 
¿Qué desempeño tuvo Calderón en materia laboral, si se le compara con sus antecesores?
Tasas maquilladas
Si a México se le compara a nivel internacional con indicadores como la tasa de desempleo, a cualquiera le podría parecer que el gobierno mexicano es un ejemplo a seguir en el mundo.
Y es que mientras que el desempleo de México presenta una tasa de 5 por ciento, Estados Unidos tiene un 8.2, España un 25, Brasil un 5.8 e Italia un 11 por ciento.
¿La economía de México está mejor que la del resto del mundo? Obviamente no. Sin embargo, las tasas de desempleo mexicanas siempre han sido mejores que las de otros países.  
¿Por qué?
La respuesta es simple. Las cifras que se presumen en discursos oficiales mexicanos están “maquilladas”.
Omiten el hecho de que el empleo informal en México representa hasta un 62 por ciento del empleo total, según un estudio del Banco Mundial. 
Como también omiten que más de la mitad de los mexicanos viven con 3.5 salarios mínimos, que significan alrededor de 200 pesos diarios, menos de 6 mil pesos mensuales.
Un reporte de abril del 2012 del gobierno Suizo señala que la tasa de desempleo en México no incluye “a todos los trabajadores del sector informal, cerca de 14 millones de personas o 29.2 por ciento de las personas ocupadas.”
Por eso, si lo que se quiere saber es qué tanto hemos avanzado o progresado en materia de empleo, lo conducente es hacer la equivalencia con nuestros propios indicadores, para estar en posibilidad de comparar: “peras con peras, y manzanas con manzanas”. 
El peor en los últimos 30 años
Si se analizan las tasas de desocupación obtenidas en los últimos 25 años, la conclusión es contundente. 
Felipe Calderón obtuvo los peores resultados en materia de empleo de los últimos 30 años, de acuerdo a las tasas de desempleo oficiales.
Desde Miguel de la Madrid, que la tasa ascendió a 4.63 por ciento, el porcentaje no se había incrementado a esos niveles hasta este sexenio con 4.64.  
En defensa de Felipe Calderón (él también se ha encargado de hacerlo en diversas ocasiones) se podría argumentar que en su sexenio se presentó una crisis económica mundial en la que él no tuvo culpa. En el 2009 el PIB cayó un 5.95 por ciento.
Sin embargo, el argumento deja de tener validez si se admite que a pesar de que en el sexenio de Ernesto Zedillo hubo una crisis económica catastrófica que produjo una caída mayor del PIB -6.22 por ciento-, la tasa de desempleo promedio apenas fue del 3.51 por ciento.
El sexenio de Calderón fue peor que el de Miguel de la Madrid, y si se considera que la tasa de desempleo actual es superior al 5 por ciento, bien podría comparársele con José López Portillo que tuvo un 5.6 por ciento promedio en su sexenio. 
En este escenario el desempleo en general, pero en especial el desempleo juvenil, será un tema central en las políticas económicas y de desarrollo del próximo gobierno. 
No va a ser fácil. Por donde quiera que sea que se le vea, el panorama es desalentador.
El nuevo mandatario tendrá que enfrentarse con un 25 por ciento  del total de la población juvenil del país que no trabaja ni estudia. Son los famosos “ninis” que parecen estar “atrapados” en una especie de limbo laboral.
México tiene 31.9 millones de jóvenes entre los 14 y 29 años, un 28 por ciento de la población total, de los cuales poco más de la mitad son económicamente activos.
Primer empleo, política fallida
En marzo de 2007 Felipe Calderón presentó una iniciativa de ley  para contribuir a la generación de más y mejores empleos: el Programa Primer Empleo, que no es más que un incentivo económico para empresas que generan nuevas fuentes de trabajo de carácter permanente.
Es un subsidio de hasta 30 mil pesos anuales por un trabajador que gana cerca de 10 salarios mínimos, aplicado a las cuotas que deben pagar los patrones al dar de alta ante el IMSS a empleados  que cumplen con las condiciones de elegibilidad establecidas.
El programa, exitoso en países desarrollados, en teoría contribuye a una mejor estructura de costos, lo cual a su vez facilita la posibilidad de contratar a trabajadores con el perfil adecuado. 
Y en este sentido son los jóvenes quienes saldrían particularmente beneficiados al adquirir mayor experiencia laboral y habilidades en un empleo permanente.
Sin embargo, en México esta política fracasó. Primero, porque para la mediana y grande empresa, el costo de registro de sus trabajadores no es significativo.
Segundo, porque el joven no encuentra atractivo ni suficiente el salario ofrecido, por lo que optará por otro empleo mejor remunerado, pero de carácter informal.
Así, el incentivo se vuelve obsoleto.
De acuerdo con un informe publicado por el Departamento de Planeación y Presupuesto de Ingresos el Programa de Primer Empleo (PPE), desde agosto 2007 a agosto del 2012 se registraron más de 22 mil empresas y 94 mil trabajadores.
El total de empresas registradas en México es más de tres millones 700 mil, y con los más de un millón de empleos que deberían crearse cada año para satisfacer la demanda, los resultados son insignificantes.
La reforma laboral y los jóvenes
“La reforma laboral de Felipe Calderón constituye un asalto al futuro”, sentenció en entrevista con Reporte Índigo el abogado Arturo Alcalde Justiniani, experto en derecho laboral.
“El que entra en más condiciones de indefensión es el nuevo”, agregó Alcalde, y explicó que hay un conjunto de variables que afectan directamente a los jóvenes como la precariedad en el empleo y competencia para entrar al mercado laboral formal.
Además, están las renuncias en blanco, cuando el patrón obliga al trabajador a renunciar sin que haya causa de por medio. De acuerdo con Alcalde Justiniani, un tercio de los contratados hoy están obligados a renunciar de esa manera.
Y existe otra dificultad que resulta irónica: en algunos sectores como el académico, mientras más capacitación tengan los jóvenes, menos posibilidad de trabajo. 
Tal es el caso de Claudia Larios, de 27 años, egresada de la facultad de Filosofía en la UNAM y con un posgrado por la misma universidad.
Graduada hace un año, lleva aproximadamente seis meses buscando empleo sin éxito en editoriales y universidades,  principalmente.
“Yo que terminé la maestría y tengo ese rango no te dan trabajo fácilmente porque asumen que estás sobre calificado, en vez de ser una ventaja muchas veces no ayuda, sobre todo en mi caso que no tengo experiencia laboral”, opinó la joven graduada en filosofía, quien vive con sus padres para evitar el costo de renta.
Su caso es emblemático. Como muchos otros graduados de humanidades y artes, ella enfrenta un panorama donde las posibilidades de empleo formal satisfactorio, son aún menores.
“No hay trabajos sobre todo para mi carrera, ya que se tiende a pensar que solo es para dar clases, o son carreras que no sirven para nada”. 
Y de acuerdo con la joven, quien se mantiene como traductora freelance, la situación solo empeora. 
“Es tanta la competencia que la gente se conforma con lo que sea con tal de tener trabajo, ya no exiges tanto como deberías, sobre todo en salario”. 
“Con esta reforma los empleos que se generen en el futuro serán en peores condiciones,” agregó Alcalde Justiniani, quien argumenta que el empleo debe de estar basado en incentivos no solo para crearlos, sino para que el joven trabajador los tome por su atractivo. 
Lo que se dio no es la medicina necesaria para curar la enfermedad del desempleo, y sobre todo del subempleo. 
El caso de Mariana Bernal demuestra lo anterior. Ella tiene 22 años y lleva alrededor de nueve meses buscando trabajo sin encontrar una oferta que le convenga.
“Yo pagué en una universidad privada, mis papás se sacrificaron para que tuviera mayores posibilidades y me encontré con que la mayoría de los puestos para recién egresados son de 3 mil pesos al mes”, cuenta la psicóloga de la Ibero. 
Mariana se topó con la dura realidad salarial que enfrentan tantos jóvenes de su mismo perfil: joven profesionista, recién graduada y con poca  experiencia laboral. 
Porque aspirar a un sueldo de entre 8 mil y 10 mil pesos, los requisitos son por lo menos dos años de experiencia. 
“Me parecían bajos los sueldos, aunque supiera que mi papá me pudiera seguir apoyando, y pagar renta no era lo ideal”, concluyó. 
Un estudio del Banco Mundial y la Universidad de Washington afirma que de cada 10 jóvenes en México, seis cambian de empleo frecuentemente en los primeros dos años de ser económicamente activos.
Esto refleja que los salarios no son atractivos, tampoco son fijos,  ni ofrecen contratos permanentes, mucho menos beneficios de seguridad social. 
El salario mexicano históricamente bajo es parte de una política económica iniciada en el sexenio de Miguel de la Madrid, que intentó canalizar la economía a la exportación y atraer inversión extranjera, para lo cual era necesario mantener los salarios bajos.
El salario mínimo de 62 pesos en promedio, frente al nivel de pobreza, está por debajo de la capacidad de satisfacer necesidades básicas y de generar desarrollo. Es un círculo vicioso en el que los jóvenes se insertan cuando inician la búsqueda del primer empleo.
El desempleo en el mundo
Hace unas semanas el grupo textil Benetton, lanzó una de sus polémicas campañas que muestra a jóvenes del mundo adornados con el eslogan: “El desempleado del año”.  
La campaña muestra decenas de jóvenes con una pequeña reseña que informa la identidad del protagonista. También señala que son casi 100 millones de jóvenes en el mundo de entre 18 y 30 años que buscan un empleo hoy.
La cabeza de la firma italiana, Alessandro Benetton, aseguró en la fiesta de lanzamiento de la campaña que decidió  llamar la atención sobre el desempleo juvenil porque “por primera vez en muchos años, nuestros hijos van a tener una vida más dura que la de sus padres”. 
Pero ser desempleado en México no es lo mismo que serlo en Europa donde el seguro de “paro” puede alcanzar hasta mil  euros al mes. En México en cambio no solo no existe política de seguridad social, sino que para muchos jóvenes la única red de subsistencia se llama narcotráfico. 
Las cifras están ahí. La Organización Internacional del Trabajo aseguró el pasado miércoles que el desempleo juvenil entre los países del G20 es “crítico”, y alcanza casi los 18 millones de jóvenes que no tienen trabajo.
El caso más escandaloso y preocupante entre ellos es España con un 45 por ciento de desempleo entre jóvenes, y 25 por ciento en la población total.
México no fue la excepción.
A unos meses de despedir su presidencia, Felipe Calderón guillotinó el futuro de millones de jóvenes, dejando a la juventud con mínimas oportunidades de empleo.
Y así, puede salir, coronado con el título del presidente del desempleo.



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