José María Morelos y Pavón
Nubes grises, calor, ropa ligera y bebidas refrescantes entre la gente que camina en las calles de Cuautla. Comprando, mirando en los puestos de periódicos, buscando quizá el último chisme en las revistas minimalistas, las últimas noticias en los periódicos, el marcador del juego de futbol en los aparadores: mariachis afinando sus instrumentos y grupos norteños ensayando sus corridos. Parece una ciudad común, pero sus calles, construcciones y su gente son diferentes a otras.
En Cuautla, los libros de historia se transforman de papel y cubiertas de pasta en historia viva, que puede palparse y aún incluso darle un abrazo y estrecharle la mano. Cuautla donde descansan los restos del General Zapata, donde permanece casi intacta la casa de nuestro Generalísimo Morelos, donde crece y florece el árbol donde “El Rayo del Sur” mismo organizaba sus ejércitos. Donde se encuentra La Parota, un árbol inmenso, que servía a Zapata para organizar sus estrategias. Lugares y calles donde la historia mantiene a Cuautla, al pueblo, recordando cada día a sus héroes: La Independencia y La Revolución, sus luchas, sus victorias; quizá no sean las últimas.
Hoy, Cuautla Independentista y Revolucionaria, lucha por una causa nueva, a lado de otro héroe. El pueblo se prepara para recibirlo, usando camisetas y gorras alusivas a él, a su nueva lucha, pegando carteles en las paredes, venta de camisetas, pines, botones, banderas, periódicos: el Presidente viene en camino.
Comienza la gente a llegar al lugar, gente donde el trabajo se ve marcado en las manos y en los pies. Un cine servirá de recinto para que el pueblo sea uno con su Presidente. Brigadas como “Humana Costeña”, “Intrépida Barragana”, “Los Artilleros” se unen a él: el pueblo levantando su estandarte, su historia, sus héroes, su identidad. Las consignas comienzan y el ánimo aumenta en cada uno de los que estamos en el lugar de encuentro. Las luces del recinto son tenues, pero la chispa del pueblo alumbra con intensidad a su prójimo: contagia y motiva para seguir en la lucha y la paciencia para esperar al Presidente.
Por fin, llega el Presidente tomado de la mano de la Esperanza y del Trabajo. Las voces truenan, los brazos se levantan, las piernas corren hacia nuestro Presidente. Saludos que llegan a él, abrazos que cumplen el deseo anhelado, Sombreros que se mecen en el aire y brincos como querer alcanzarlo. La multitud lo aclama desde arriba, desde el fondo del recinto, desde cualquier lugar donde la gente lo espera. Sube al templete y truena nuevamente la voz de apoyo a nuestro Presidente. “No estás solo”, “Es un honor pelear con Obrador”, “Este es el pueblo de López Obrador, donde está el tuyo espurio Calderón”, “Y esto fue posible por López Obrador, frenar el madruguete y conseguir la reflexión”. El recinto que sirvió para dar espectáculos ahora sirvé más que para un espectáculo para honrar a un héroe, a un revolucionario, al Presidente.
Las bienvenidas comienzan, las presentaciones le siguen, y la lista de las brigadas comienza a enumerarse. Pasan lista de las actividades, lo que hicieron mientras su Presidente venia a Cuautla. Entregan resultados del trabajo confirmando su lucha junto a él. En seguida, se anuncia su turno, el Presidente hablará: estallan aplausos y voces. Comienza a hablar, despacio, sin prisa, pero sin pausa. Da a conocer el camino y trabajo que ha tenido que recorrer y hacer para dar a conocer la verdad, esa verdad que libera al alma, que libera al pueblo, tal y como lo hacia nuestro Generalísimo Morelos. Hace mención de los traidores, rechiflas y desaprobaciones se hacen escuchar.
Nos menciona la importancia de nuestro trabajo: cada voz será como El “Niño”, aquel cañón regalado para la causa libertadora por Juan Galeana, que hacía tronar en su momento nuestro “Caudillo del Sur”, José María Morelos y Pavón, con el objetivo de arrasar gachupines; ahora se escuchará en cada persona, en cada uno de nosotros, para tronar nuestra voz y derrumbar la ignorancia y la verdad sea manifestada. Como lo decía el “Siervo de la Nación”: “Nuestra fuerte arma en cualquier batalla, la inteligencia”.
Nuestro Presidente Obrador finaliza su discurso, la gente queda complacida y sobre todo motivada. A mi General Morelos le decían: “Por un soldado doy un real, por un sargento un tostón y por mi General Morelos doy todo mi corazón”. Hoy el corazón de Cuautla y de México está con su Presidente Obrador, esperando aquel día cercano donde por “La Calle del Castigo”, comience a los traidores desfilar.
El trabajo es duro, la esperanza sigue….