Mario di Costanzo Armenta
No cabe duda que la petición que hicieran en días pasados tanto Felipe Calderón como Agustín Carstens al gobernador del Banco de México de que “baje la tasa de interés” fue por demás inconstitucional, absurda y sólo refleja la ausencia de una estrategia económica seria y responsable para paliar el vendaval al que cada día nos acercamos más: resulta patético que nuevamente, a pesar de los cuantiosos ingresos petroleros, la economía mexicana registre un magro crecimiento, empleo, bienestar e inversión pública directa.
La ya famosa petición fue inconstitucional, porque nuestra Carta Magna establece en su artículo 28 que “el Estado tendrá un banco central que será autónomo en el ejercicio de sus funciones y en su administración. Su objetivo prioritario será procurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda nacional, fortaleciendo con ello la rectoría del desarrollo nacional que corresponde al Estado. Ninguna autoridad podrá ordenar al banco”.
Lo anterior quiere decir, aunque nos pese a muchos, que el objetivo prioritario del Banco de México es impedir a toda costa que exista inflación; es decir, que se mantenga la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda, aun a costa del propio crecimiento. Cabe señalar que este es un tema que se ha discutido mucho y desde hace varios años en la propia Cámara de Diputados
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