jueves, 7 de agosto de 2008

Jorge Gómez Naredo - El gobierno en una burbuja-

Opinión
Jorge Gómez Naredo
El gobierno en una burbuja

El Occidental
4 de agosto de 2008

"Quien acude al mercado se da cuenta de la consistente alza de precios. Quienes perdieron su trabajo o reciben por él una miseria como sueldo saben que el país va mal".

No cabe duda, las divergencias entre quienes piensan que el país va bien y quienes opinan lo contrario son insalvables. En la élite política panista, se dice, se cuchichea, se afirma que México marcha por el camino correcto, que día a día vamos conquistando escaños en el desarrollo integral de la nación. Basta con escuchar las declaraciones de Felipe Calderón para darnos cuenta de esa visión de país. El miércoles pasado, mencionó el michoacano: "vamos por el camino correcto (...) Todas estas reformas (que se han presentado en la administración actual) están poniendo a México en la ruta de ser un país que pueda acelerar su crecimiento, producir más y con ello dar a todos el objetivo que queremos: una vida mejor a cada mexicana y a cada mexicano". Pero, ¿vamos realmente bien?

Quienes opinan que la situación económica, social y política cada día es peor son muchos. Digamos que la mayoría de los mexicanos. Quien acude al mercado se da cuenta de la consistente alza de precios. Quienes perdieron su trabajo o reciben por él una miseria como sueldo saben que el país va mal; quienes tiene familiares en Estados Unidos porque aquí, en México, no hay trabajo ni hay dinero, también lo saben; quienes estudiaron para cumplir una labor específica y ahora están trabajando en algo totalmente distinto a sus estudios porque simple y llanamente no hay espacios para realizarse profesionalmente, tienen conciencia de la crisis que vivimos hoy. Quienes viven de la mendicidad, quienes tienen deudas en los bancos, quienes están enfermos y las medicinas son muy caras, todos ellos divergen de las apreciaciones de Felipe Calderón: el país, simple y llanamente, va mal.

Pero, ¿por qué existe esta distancia entre quienes "gobiernan" y quienes son gobernados?, ¿acaso Felipe Calderón y todos sus secretarios nunca se asoman a una tienda ni se dan cuenta de la inflación que es obvia (y preocupante)?, ¿por qué allá, arriba, no entienden las necesidades del pueblo, las carencias del pueblo, los sufrimientos del pueblo?, ¿qué anda mal en nuestro sistema político?, ¿por qué esa distancia tan abismal entre el pensar colectivo y las percepciones de la élite política?

Las preguntas anteriores tienen muchas respuestas. Un fenómeno como el que vivimos siempre tiene varias explicaciones y todas ellas pueden ser ciertas. Sin embargo, algo no se puede negar: la élite política (la panista, la priísta y buena parte de la perredista) está alejada del pueblo. La democracia representativa está en crisis porque, quienes son los representantes, no representan a los electores, sino que representan a un grupo social privilegiado o a un organismo político. El pueblo queda siempre olvidado y sus necesidades son desdeñadas por los funcionarios públicos.

HABLA Y HABLA

Felipe Calderón habla y habla y habla, dice que vamos bien, que todo perfecto, que pronto, en poquito tiempo, seremos la cuarta economía más grande del mundo. Habla, habla y no deja de hablar: "Nosotros hemos tomado la decisión de transformar al país, transformar su economía, transformar su entramado institucional; tomar las decisiones que aseguren, precisamente, el futuro y el país que queremos para los nuestros y para los mexicanos que vienen". Pero, ¿qué verdaderamente dicen esos discursos?, ¿acaso corresponden con la realidad que se vive abajo, en el pueblo, en toda la sociedad?

La brecha entre quienes tienen todo y quienes poseen nada es inmensa. La cuestión es que el gobierno, que se supone debería distribuir la riqueza y tratar de reducir las desigualdades sociales, está secuestrado por unos cuantos que viven en un mundo distinto al que habitan millones de mexicanos. Allá, en esa burbuja que les impide mirar la realidad, todo es bello, el país progresa, las desigualdades no existen y caminamos todos juntos, todos en unidad.

¿Qué se puede hacer ante este desdén? La organización de la sociedad es el mejor elemento para hacer que esta democracia representativa en crisis se transforme en una democracia participativa vigorosa. No hay duda: como siempre lo dice doña Rosario Ibarra de Piedra, incansable luchadora social: "México necesita pueblo, pueblo y más pueblo organizado".

jgnaredo@hotmail.com