Víctor Flores Olea
Sí, la violencia que se ha instalado en nuestra sociedad y hay peligro de andar por las calles expuestos, con un poco de mala fortuna, a la fuerza bruta. Pero ya decíamos en artículo anterior que la efectiva raíz de esta violencia generalizada hay que buscarla no solamente en las vocaciones criminales, en la corrupción y en la impunidad de las autoridades, sino en las abismales diferencias de clases y fortunas, orillando a muchos jóvenes (y no tan jóvenes), sin futuro ni oportunidades, a vivir del robo y del asalto. Hecho digno de mencionarse: casi nadie se refiere a estas contradicciones sociales y a estas diferencias abismales de bienestar que por desgracia vivimos en nuestra sociedad.
Pero digámoslo claro: más allá de este problema el país vive una tragedia de variadas dimensiones, que se sintetiza en la patética carencia de dirección gubernamental, con un sinnúmero de derivados que nos han debilitado: falta de desarrollo económico, si exceptuamos la tajada del león que va al ultraconcentrado puñado de ricos; ausencia de democracia, porque quién podría sostener que hemos avanzado políticamente en un medio en que las decisiones importantes son exclusivamente negociadas por las cúpulas; falta de proyecto de Estado, es decir, de bosquejo de futuro como nación y como sociedad; desde luego, absoluta ausencia de proyecto de una sociedad mínimamente igualitaria y con justicia social.
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