Ejecutivos de instituciones bancarias se dedicaron durante meses a inflar cuentas y a otorgar préstamos incobrables que empaquetaron en fondos y en otros activos opacos. Cobraron por ello salarios estratosféricos. Cuando el sistema financiero internacional se quebrantó recibieron bonos millonarios y se retiraron con total impunidad. Sus decisiones y sus acciones ocasionaron la ruina de millones de personas en el mundo
El capitalismo moderno ha emulado el sistema de castas. Sus brahmanes son los directivos y consejeros de las grandes corporaciones. Gozan de privilegios y prebendas por doquier: sueldos estratosféricos, planes de incentivos, vacaciones, jets privados y clubes de campo a costa de la empresa... Y no tienen casi ninguna responsabilidad.
Si las acciones suben, ellos son los que más ganan gracias a los programas de opciones sobre acciones que premian la revalorización bursátil. Si la cotización se derrumba o incluso si las firmas quiebran y los accionistas pierden todo lo invertido, ellos también ganan. En caso de despido, cuentan con cláusulas que les aseguran indemnizaciones multimillonarias, conocidas como paracaídas de oro (golden parachute), de las que no disfrutan los trabajadores, los parias de este orden económico.
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