domingo, 19 de octubre de 2008

Morir dos veces




Jorge Zepeda Patterson

Rehilete

Nuestra justicia forense nunca ha tenido la calidad que exhiben los investigadores de CSI o lo documentales de Discovery Channel, capaces de describir lo que había comido Billy the Kid el día que fue asesinado, hace 137 años

La PGR ha concluido que a Brad Will lo asesinó la propia APPO, no un esbirro del gobierno de Ulises Ruiz

Nuestra justicia forense nunca ha tenido la calidad que exhiben los investigadores de CSI o lo documentales de Discovery Channel, capaces de describir lo que había comido Billy the Kid el día que fue asesinado, hace 137 años. Los peritajes nunca habían sido nuestro fuerte, pero hoy en día, contaminados por necesidades políticas, están peor que nunca.

Después de dos años de la muerte del periodista estadounidense Bradley Will en Oaxaca, la PGR ha logrado “descubrir”, repentinamente, una versión diametralmente opuesta a la que se conocía hasta ahora. Resulta que los disparos no fueron hechos desde más de 30 metros de distancia como lo habían demostrado videos, testimonios y reportes forenses del cuerpo y la ropa de la víctima, sino que fue liquidado prácticamente a quemarropa, a no más de dos metros de distancia. La media cuadra de diferencia no es un asunto menor, porque de allí se deriva que el asesino no fue un esbirro de la policía de Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, sino uno de los manifestantes entre los que se encontraba el periodista. En suma, la PGR ha concluido que lo asesinó la propia APPO.

Lo menos que se puede decir de una conclusión tan extemporánea y tan conveniente políticamente para los intereses del PRI oaxaqueño es que inspira desconfianza. Particularmente cuando nos enteramos de que la PGR agradece haber contado con la valiosa colaboración de los cuerpos policiacos y autoridades del gobierno oaxaqueño, principales sospechosos antes del conveniente dictamen.

Justamente hace una semana, la CNDH emitió una recomendación en sentido contrario a las indagatorias de la Procuraduría oaxaqueña, pues éstas presentaban graves inconsistencias, eran incompletas y desechaban versiones y datos relevantes para conocer quién estuvo detrás del homicidio. A partir de sus propios peritajes, entre otros el análisis de la demora entre el sonido del disparo y el grito de dolor de Brad Will que se escucha en el video, la CNDH concluye categóricamente que fueron dos proyectiles lejanos y que no se originaron entre el grupo que lo rodeaba.
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