-Estoy hasta la madre de Jesús. Se acuesta con su secretaria, llega tarde a la casa, cuando llega. El gasto que me da cada vez es menor, y por si fuera poco, me contagió una maldita enfermedad venérea. Lo odio, no sabes cuanto lo odio.
-María, --le pregunté a mi afligida amiga, que seguía con la misma queja desde hacía ya varios años-- ¿Y por qué sigues con él? ¿Por qué no te divorcias de una vez por todas?
-Ni que estuviera loca. ¿Y dejarle todo? La casa, el carro, los terrenos... No le voy a dejar la mesa puesta.
Creo que todas y todos tenemos una amiga María, que se niega a abandonar un cáncer maligno, con tal de conservar un bien material o varios de ellos. Una película que ha sido un claro ejemplo de cómo las parejas se pueden destruir entre ellos es La Guerra de los Roses, donde los protagonistas llegan al extremo de provocarse la muerte con tal de conservar el candelabro.
Esta lamentable respuesta es la que hemos escuchado de algunos compañeros cuando les decimos que queremos divorciarnos del PRD. ¿Qué? ¿Y dejarles la mesa puesta? Es la respuesta que hemos escuchado, y con la que nos han calmado. O al menos lo han intentado.
¿Cuál mesa puesta o cuál candelabro es el que se quedarían los chuchos si abandonamos el partido? Un partido desprestigiado por los medios hasta el hartazgo (un cochinero, calificado así por López Dóriga, Gómez Leyva, entre otros), y deslegitimado hacia la auténtica izquierda, eso les estamos dejando, pues en eso lo han convertido. Para un movimiento como el nuestro, con causas legítimas más allá de los juegos electorales, no sirve este modelo.
Hubo elecciones para designar al nuevo presidente del partido. Y por desgracia, se incurrió en el mismo error de las elecciones del 2006. Fraude, mentiras, intrigas, peleas.
Desgraciadamente, Jesús, gracias a sus NEGOCIOS y tratos , había logrado establecer contactos con altos magistrados de los tribunales, y sabía que podría divorsiarce de María dejándola en la total indefención. Lograría quitarle la casa, los autos, todo.
María finalmente tuvo el valor de abandonar a Jesús, cuando éste le afirmó que no le interesaba quedarse con los hijos.
Jesús logró quedarse en su casa VACIA, en sus carros VACIOS, y sus terrenos sin nada por CONSTRUIR.