Lydia Cacho
Plan B
Mamá decía que superar un evento traumático no significa olvidar lo que sufriste, implica ya no sufrir al recordarlo
Hace unos días se cumplieron tres años de mi secuestro legal en manos de los agentes protectores de las redes de explotación sexual infantil.
La mañana del 16 me levanté tristona, ansiosa, habitada por una sensación de que algo malo estaba a punto de suceder y no sabía qué. El cuerpo tiene memoria traumática, me dijo mi terapeuta, asúmelo que pronto estarás bien. Pensé en cómo estoy ahora, libre y viva, escribiendo. Pensé en las redes de solidaridad, redes de miles de personas que compartimos el ideal de un mundo sin violencia. Miré mi cuerpo y lo vi sano y fuerte, no pude evitar sonreír. Mi madre me dijo hace años que superar un evento traumático no significa olvidar lo que sufriste, implica ya no sufrir al recordarlo; aprender de él.
Pensé en la fortaleza que hemos desarrollado las mujeres y hombres en México. Ante las incesantes oleadas de violencia y corrupción, hemos encontrado vías para dialogar y conocernos, para encontrarnos con quienes comparten las mismas preocupaciones e ideales. Mientras algunos critican incluso los esfuerzos pequeños, millones creemos todavía en el poder de la compasión para sanar a la sociedad; mientras el odio genera más violencia y rabia, la compasión nos ayuda a entender cómo sufren las demás personas y a preguntarnos qué podemos hacer para acompañarlas a superar ese sufrimiento.
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