Manuel Camacho Solís
La crisis llevará al fin de una época. Se cierra el periodo de la hegemonía de Estados Unidos (como la potencia dominante en un mundo unipolar) y del Consenso de Washington (como la fórmula aceptada para conducir las economías nacionales en un mundo globalizado). Otro periodo está por empezar. El antiguo orden se va a resistir. El nuevo apenas empieza a vislumbrarse.
Ante un cambio de vastas proporciones como el que nos está tocando vivir, muchos pretenden ignorarlo. Se apegan a su visión esquemática del mundo, como si por ello se pudiera vencer la incertidumbre. Esperan a que muy pronto se vuelva a la normalidad. A que, en seis meses o cuando mucho en un año, se reinicie la recuperación y termine la pesadilla. Se resisten a aceptar que, en el mejor de los casos, el crecimiento tardará más tiempo en llegar y la recuperación será lenta.
Para medir el estado real de las cosas no hay nada mejor que hablar con quienes hoy están tomando las decisiones. En todos lados hay preocupación e incertidumbre.
Lo mismo en Nueva York que en Londres; en Beijing que en Nueva Delhi; en Emiratos Árabes que en Río; en Washington que en Moscú, París, Berlín o Madrid. Unos esperan señales positivas desde Washington; otros ya vislumbran un nuevo orden. Ninguno subestima la gravedad de los hechos.
Leer Nota AQUI