lunes, 29 de diciembre de 2008

Todo cambió

Manuel Camacho Solís

La crisis llevará al fin de una época. Se cierra el periodo de la hegemonía de Estados Unidos (como la potencia dominante en un mundo unipolar) y del Consenso de Washington (como la fórmula aceptada para conducir las economías nacionales en un mundo globalizado). Otro periodo está por empezar. El antiguo orden se va a resistir. El nuevo apenas empieza a vislumbrarse.

Ante un cambio de vastas proporciones como el que nos está tocando vivir, muchos pretenden ignorarlo. Se apegan a su visión esquemática del mundo, como si por ello se pudiera vencer la incertidumbre. Esperan a que muy pronto se vuelva a la normalidad. A que, en seis meses o cuando mucho en un año, se reinicie la recuperación y termine la pesadilla. Se resisten a aceptar que, en el mejor de los casos, el crecimiento tardará más tiempo en llegar y la recuperación será lenta.

Para medir el estado real de las cosas no hay nada mejor que hablar con quienes hoy están tomando las decisiones. En todos lados hay preocupación e incertidumbre.

Lo mismo en Nueva York que en Londres; en Beijing que en Nueva Delhi; en Emiratos Árabes que en Río; en Washington que en Moscú, París, Berlín o Madrid. Unos esperan señales positivas desde Washington; otros ya vislumbran un nuevo orden. Ninguno subestima la gravedad de los hechos.
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