JOSÉ GIL OLMOS
MEXICO, D.F., 21 de enero (apro).- Los estadunidenses hacen espectáculo de todo y a todo le sacan ganancia. La toma de posesión de Barack Obama no fue la excepción, show y business, boletos de más de 8 mil dólares para ver una puesta en escena faraónica, espectacular, hollywoodense.
Desde la campaña interna, Obama supo manejar su figura a través de un discurso que compró la mayoría de los estadunidenses. Frente a los errores de Bush que llevaron a Estados Unidos a su peor crisis, las promesas del senador demócrata eran miel para los oídos desesperados de sus compatriotas.
La idea de tener a un presidente negro hizo que la expectativa del electorado se elevara aún más y Obama venció a Hillary Clinton que, a su vez, también basaba parte de su campaña en la idea de ser la primera mujer presidenta de Estados Unidos.
Así, a la tradicional parafernalia propagandística de siempre, se sumaron nuevas formas de presentar a Obama como un producto novedoso dentro de la política bajo el lema de "Sí se puede", que a los mexicanos nos remitía en automático a la frase electoral de Roberto Madrazo.
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