Joaquín Gamboa Pascoe se ha reelecto, aunque nunca fue electo, como secretario general de la Confederación de Trabajadores de México. Ocurrió el martes 24. La mayoría de la prensa no consignó el dato. Reforma lo publicó en primera plana y La Jornada, con una muy buena crónica, en interiores. La mayoría de los medios, nos cuentan, ya habían abandonado el lugar cuando se dio la escena. La "reelección" sucedió fuera de la orden del día y al final de una asamblea que se convirtió en pachanga. Supongo que se creía que ya no habría prensa y dieron paso a la propuesta del propio Gamboa Pascoe para que se formara un comité para organizar la elección de dirigente que se tenía que llevar a cabo en 2010. Obsequioso, el líder de la Federación de Trabajadores de Jalisco, Rafael Yerena, postuló al único candidato posible, es decir, el propio Gamboa. Imelda García, en estas páginas, contó con detalle cómo se entronizó al líder cetemista: "'Es el único líder auténtico, de unidad, y debe estar al frente de la CTM otros seis años' (declaró Rafael Yerena)... en el auditorio sonaron las matracas, estallaron las porras, la banda tocó fanfarrias y se desplegó una manta tricolor en la que se leía: 'Gamboa 2010-2016'... 'De veras quieren que sea su líder en el próximo sexenio?', preguntó Gamboa Pascoe. '¡Síiiiii!', fueron los gritos". Por aclamación, pues, y después de tan potente discurso de convencimiento, Gamboa Pascoe se echó a la bolsa la continuación en el puesto. Ya para entonces, los asistentes a la Asamblea General Ordinaria del Consejo Nacional de la CTM se habían recetado una fiesta con la Sonora Dinamita y un grupo de seis bailarinas en bikini que se dedicaron a entretener a los presentes.
Gamboa Pascoe quien, alguna vez, acuño la frase: "A mí nunca me verán jodido ni con huaraches", al ser cuestionado por periodistas acerca de sus viajes a África y de su afición por los automóviles de lujo, acababa de asumir la presidencia del Congreso del Trabajo apenas unos días antes frente al presidente Calderón. En el discurso pronunciado en Los Pinos para esa ceremonia, evitó el humorcillo cínico de la frase anterior, pero no regateó en las adulaciones para el presidente panista.
No debe pasar desapercibido este acontecimiento, entre otras cosas porque nos recuerda que de esta manera está constituida una parte sustantiva de la realidad laboral en este país. La configuración injusta que produce líderes enriquecidos y trabajadores pauperizados -en una situación que tiende a agudizarse en tanto avanza la crisis económica- está retratada con amplitud en la figura de este líder cetemista.
Mientras que los trabajadores enfrentan una severa caída salarial y sus fuentes de trabajo están en peligro por la contracción de las economías, la guardia cetemista se reproduce en sus viejas formas acompañada, ahora, por los gobiernos de la alternancia. Para nadie es un secreto lo que conlleva para los trabajadores la permanencia de las viejas estructuras corporativas del sindicalismo mexicano que, por más mermadas y disminuidas en su representación política que estén, siguen concentrando un alto porcentaje de las contrataciones colectivas de este país. Las fortunas y privilegios obtenidos por décadas por dirigencias como ésta han significado para la clase trabajadora la expoliación de sus derechos laborales a través, fundamentalmente, de la existencia de contratos de protección y los manejos oscuros de las cuotas sindicales. Los viejos líderes que orondos pasean sus fortunas son la representación perfecta de esta asimetría. Especialistas como Enrique de la Garza, de la Universidad Autónoma Metropolitana, afirman, por ejemplo, que el beneficio por administrar un contrato de protección ronda entre el 10 y el 25 por ciento del total de la nómina. Imagínese el dinero que corre por ese circuito. El pago a quien firma un contrato de esta naturaleza a nombre de los trabajadores "libera a la empresa de toda clase de conflictos laborales que finalmente les significa sustanciales ahorros frente a riesgos de huelga o tener que acceder a otorgar aumentos salariales más allá de lo necesario". Los contratos de protección son, dice el académico Alfonso Bouzas de la UNAM, un "centro de negocios" para los dirigentes. Y sí, las grandes fortunas visibles, conocidas o sospechadas de los líderes de esa cúpula entronizada desde hace décadas, provienen, precisamente de esa connivencia ratificada en estos días en la figura de Gamboa.
Los estudiosos de la realidad laboral en México estiman que los llamados contratos de protección o de simulación -que conllevan esas jugosas rentas para quienes los administran- representan aproximadamente el 90 por ciento de los 300 mil inscritos en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje. Por eso hay que ver en la "reelección" del líder cetemista no sólo el madruguete que lo perpetúa y las viejas formas con que se hizo. En el fondo, el triste panorama que ofrecen los liderazgos sindicales que dominan la escena nacional nos recuerdan algo grave y profundo. Son figuras arcaicas, premodernas y dinosáuricas que -como la de Gamboa- se "reeligen" y ensanchan en nuevos espacios que cuentan con la bendición oficial. Son la huella fallida de nuestra transición.
viernes, 27 de febrero de 2009
DE ARISTEGUI: LA REELECCION DE GAMBOA PASCOE
'La reeleccion'
Publicado por
Martín Triana Dontriana
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Carmen Aristegui,
charros sindicales