Que como dice Fernando Gómez Mont, la administración de Vicente Fox “pecó de omisión” en el combate al narcotráfico y más que eso entregó –el secretario se quedó convenientemente corto en su análisis– al crimen organizado regiones enteras del territorio nacional, no hay duda alguna. La demostración palmaria de este hecho es el repunte generalizado de las organizaciones criminales que hoy cubren al país de sangre. Durante seis largos años, roto el aparato de control y convivencia priista con la delincuencia, tuvieron los narcos tiempo y espacio físico para crecer y consolidarse. Sin ser molestados por las fuerzas federales, se hicieron de territorios y de base social que hoy pelean por mantener. Acrecentaron su poder de fuego y su capacidad económica. Expresión de esta vitalidad criminal adquirida en el período foxista es el virtual estado de guerra en que vivimos.
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