Sara Sefchovich
El 14 de enero pasado, la senadora panista María Teresa Ortuño Gurza presentó ante el pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión lo que en la jerga legislativa se llama “una proposición de mérito”, y que en idioma normal significa una propuesta.
Ese mismo día la Mesa Directiva dispuso que se turnara para su estudio y dictamen, lo cual se hizo, y dicho dictamen fue publicado en la Gaceta Parlamentaria el 21.
El tema es el siguiente: “Solicitar al titular del Poder Ejecutivo federal que se implanten en la administración pública federal políticas que fortalezcan a las familias mexicanas”. Suena muy bonito y ¿quién no está de acuerdo?
El problema es el siguiente: resulta que la mencionada legisladora simple y llanamente usó, para su presentación de las consideraciones que avalaban su propuesta, los planteamientos del posicionamiento que hizo el Observatorio de Familias y Políticas Públicas, y lo “adaptó” a las conclusiones del Encuentro Mundial de las Familias que se llevó a cabo en nuestro país en esas mismas fechas.
Por si el amable lector no sabe lo que esto significa, se lo explico: el Encuentro Mundial mencionado estuvo organizado por la Iglesia católica desde el Vaticano y el Observatorio es un organismo integrado por organizaciones civiles y académicas laicas que pretende “transformar la lógica normativa dominante sobre las familias que en la vida pública y privada existe en nuestro país, y crear un espacio de reconocimiento y comprensión de los procesos de transformación de las familias en México para incidir en la construcción de políticas y programas públicos que fortalezcan los derechos humanos, la justicia social, la equidad de género y generacional, y la construcción de ciudadanía en el marco de un estado de derecho laico”.
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