César Huerta
Extensión Medios
Reportaje Especial
Extensión Medios
Reportaje Especial
En la azucena se olvidaron de construir las banquetas, se olvidaron de la contaminación, se olvidaron de la existencia de un río y se olvidan poco a poco de la muerte de Miguel Ángel López Rocha debido a una intoxicación por arsénico. En la azucena son tan pequeños los “patios” de las casas (un pasillo de 3 metros) que es necesario tender la ropa en la cochera. Ahí en esa colonia que cambia de nombre por momentos, se construyeron unas 200 nuevas casas, cada vez más cerca de la orilla de uno de los ríos más contaminados del país: el Santiago.
En el nuevo fraccionamiento llamado “Los tréboles” que alguna vez fue “Galaxia Bonito Jalisco” y mucho antes La Azucena “ciudad integral” la suerte no pinta nada bien para sus habitantes. Por doquier se observa la maquinaria, los albañiles trabajan desde temprano, pues se prepara el terreno para la construcción de nuevas casas. A decir de uno de los vigilantes que merodea el lugar montado en una bici “las casas ya están vendidas” pues cada una de ellas cuenta con su numeración correspondiente.
La gente comienza a llegar, ya compró su casa a precios que van de los $227,000 a los 320,000 mil pesos. Con la comodidad de “apartar” la casa con $300 pesos moneda nacional, según se observa en la página de Internet de la constructora, donde nunca se menciona, ni siquiera en el mapa, la remota posibilidad de la existencia de un río contaminado.
Hace un año, cuándo la muerte del niño Miguel Ángel se encontraba reciente, había un paso accesible a las orillas del río, incluso se podía ir caminando de la casa de la familia Rocha Luna hacia al lugar donde cayó el pequeño Miguelito. Hoy no existe la posibilidad de pasar, ya que todo el terreno esta en su mayoría cercado por una malla ciclónica, donde se incluyen letreros que alertan a los visitantes: “Prohibido el paso, propiedad privada”. Solo es posible acceder desde el nuevo fraccionamiento “Los tréboles” y en donde el único obstáculo, son unos alambres de púas que dividen al fraccionamiento, de 300 metros de terreno para llegar a las orillas del río.
Anuncios
Desde antes de llega, a lo largo de la Carretera Guadalajara-El Salto se observan los anuncios de las inmobiliarias SARE y HIR que invitan a comprar una casa en el nuevo fraccionamiento “Los tréboles”. En los letreros se observa a una familia feliz, un papa, mama, hijo e hija sonrientes, disfrutando de su nueva casa, con espacios verdes que en la vida real solo se ubican al entrar al lugar.
Debajo de cada anuncio hay una fotografía de algún lugar de la casa, una habitación con decorado de lujo. Cada letrero tiene una frase distinta, del porqué comprar una casa ahí. Unos dicen “tranquilidad” “convivencia” “plusvalía” “próximamente iglesia”. Al final uno termina con la frase de “fácil acceso” pero a dónde, quizás a la muerte en el río santiago. Casi todos los letreros están cortados o con marcas de graffiti, la gente sin duda alguna alerta a los visitantes, esta enojada porque sabe, que los letreros mienten.
Otro letrero expone la presencia de personas, que no saben delimitar bien sus azoteas, debido a la falta de seguridad: “Aviso, personas que sean sorprendidas en la azotea de casas ajenas serán consignadas ante las autoridades correspondientes,,,” Por ningún lugar se observa una patrulla municipal.
Pero también hay otros anuncios, los anuncios políticos. Algunos de hace mucho tiempo, como los del panista Eduardo Moreno hoy diputado federal del distrito 12 que declaran “por una legislatura responsable”. Y al casi termino de su legislatura, quizás se le olvido el lema de campaña. Otros más son del PRD, del PAN y uno del presidente municipal priista de El Salto Joel Díaz González, recién pintado, pues aspira a una
Precandidatura para obtener una diputación federal por el distrito 12.
El vecino incomodo
Y ahí esta, escondido entre los matorrales el río santiago. Lleno de lirios, con algunos patos mutantes, muy cercano a las nuevas casas, tan cercano, que apesta. Sus olores se perciben desde lejos, pasa el camión de la basura, se marcha y el olor sigue ahí, la basura no huele tan mal a comparación del oloroso río santiago. Y los zancudos simplemente son diferentes, no se despegan del brazo cuando se les espanta, si uno se detiene un poco, rápidamente llegan enjambres y comienzan con su tarea. Sí, este es el vecino incomodo, que molesta, que se deja sentir, que en ocasiones no se deja ver, pero que esta ahí, entre sus vecinos.
La “suerte” de los Tréboles
Según los expertos, la probabilidad de encontrar un “trébol de la suerte” es de aproximadamente una entre 10.000. Aquí la suerte ya no sorprende, no hay solo un trébol, no hay solo una casa, hay más de doscientas. Ya hay demasiados tréboles y se siguen construyendo muchos más. Las autoridades no dicen nada sobre eso, esperan a que el problema se agrande. Dicen que no existe la posibilidad de reubicación, dicen que la gente esta condenada a vivir ahí, en los humedales que le pertenecen al río Santiago, un río castigado a seguir siendo el verdugo de sus habitantes.
Pero el problema no le quita el sueño a los que gobiernan en Jalisco, quizás no les importa porque ellos no viven ahí, porque no cierran los ojos y despiertan con ese mismo olor de siempre, porque no viven en una casa que tiene tan solo una recamara, un baño, una sala-comedor-cocina y un patio pasillo de 3 metros. Porque para ellos la gente no corre peligro, para ellos solo existen los votos, los años electorales, las campañas. Aquí no encajan los comerciales, esos que dicen “antes… ahora”, pues todo ha seguido igual, o peor. Aquí ni siquiera hay buena suerte, los tréboles mienten, no hay futuro prometedor.