A Puerta Cerrada
Marcela Gómez Zalce
• La venganza de Genaro
• Hoy, la encerrona azul
La impunidad, mi estimado, hace aborrecible a quien la ostenta. De cara a la próxima visita del presidente Barack Obama a nuestro país, el simpático bate y bate, o sea, debate sobre los motivos de la escalada de violencia entre los grupos revoltosos de los cárteles que han encendido los focos rojos y las alarmas estadunidenses relacionados con su seguridad nacional, han sido enfocados hacia el divertido e incontrolable trasiego de armas cuyo epicentro, lamentablemente, no se encuentra sólo en puntos estratégicos de la frontera norte sino también en la descobijada y muy porosa frontera sur y, de pasadita, en algunos puntos costeros donde han arribado barcos con atractivos gadgets para surtir la descomunal demanda.
Hoy pareciera que el (des)gobierno de Felipe Calderón pretende, desde una visión bastante corta, enana y estrecha (no surprises here), hacer responsables del tsunami de sangre de la mal llamada guerra contra el narcotráfico a nuestros vecinos por el descontrol en el trasiego de armas que, sin duda, es un problema grave pero eso no quita, my friend, el quid más importante para determinar los orígenes del desmadre doméstico y que está englobado en el asunto de la corrupción.
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