Jairo Calixto Albarrán
Para eso me gustaba.
Y yo que pensaba confeccionarle un bonito monumento en la esquina que domina Aldama y Mina en Buenavista, Buenavista, Buenavista, pero a la hora buena mi mejor burra se me echó. No puede ser. Cuando creía que don Miguel de la Madrid Hurtado había caído en la cuenta de que ya era tiempo de salir de su metódica grisura, poniéndole algo de emoción fuerte a su aburrida existencia, que recula. C’est pas posible, le dio el síndrome Osito Téllez. Y lo peor, alegando problemas de salud, de Alzheimer selectivo, se desdijo luego de conmover al mundo con sus declaraciones: los Salinas son narcos y raterazos.
Al escuchar sus señalamientos con Carmen Aristegui no pensé que se tratara del ex presichente más sin gracia de la historia, sino del Peje o Ahumada o Roberto Madrazo que se la traen contra El Chupacabras, cosa que es como extraña si el facilitador social es a todo dar. Pero al darme cuenta de que se trataba del M&M casi caigo de contento. Por primera vez en su vida echaba por la borda la sucia rutina institucional y estaba decidido a pasar a la historia como es debido.
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