Pablo Gómez
Las guarderías infantiles del Seguro Social son las mejores de México. Desde el diseño arquitectónico hasta la capacitación del personal, no hay algo mejor. Pero las guarderías subrogadas del Seguro Social, aquellas que son instaladas por influyentes que consiguen que el IMSS les pague por guardar niños, se encuentran entre las peores. ¿Por qué?
La respuesta es muy sencilla. Los gobiernos priistas y, después, panistas, han considerado que el Seguro Social no debe construir y administrar guarderías infantiles porque son muy “caras”, tanto que son muy buenas. En especial, se trata de disminuir el número de trabajadores del IMSS, considerados como demasiado onerosos para el Estado y, por tanto, ingratos e indeseables. Se ha optado por la salida fraudulenta: firmar contratos con influyentes que dicen saber del cuidado y educación en el nivel de temprana edad. Todo eso no es más que negocio y negocio, donde los que menos importan son los derechohabientes y sus hijos.
La tragedia de Hermosillo es resultado de una política de desmantelamiento de lo público, privatización de funciones de las instituciones sociales, promoción de negocios entre los amigos y amigas, degradación de la calidad de los servicios y corrupción de las políticas públicas.
No lo digo hoy, ante la tragedia, sino que he votado durante años en contra de las subrogaciones, verdaderos atracos.
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