Montada sobre el abstencionismo histórico que marca las elecciones intermedias está en curso una protesta que promueve el voto nulo. Se trata, dicen sus promotores, de un exorcismo contra la "partidocracia", de la puesta en práctica de un recurso extremo que obligue a los políticos a rectificar su conducta. A querer o no, los ecos del viejo presidencialismo tienen resonancias inesperadas en el desprecio por las elecciones intermedias que el cambio democrático no ha conseguido revertir. Esa tradición negativa, sumada al malestar –y desencanto moral– ciudadano, explica la abstención y el rechazo a la política y los políticos, pero en la gestación de esta campaña no todo ha sido espontáneo. Antes de su salto a Internet, fue planteada como alternativa por algunas plumas y medios, "desencantados", pero deseosos de presionar éticamente a la "clase política", aunque fuera simbólicamente.
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