La elección del 5 de julio dejó tras de sí un sinnúmero de lecciones para todas las fuerzas políticas y para la sociedad.
El alto abstencionismo y el incremento significativo del número de votos nulos constituyen una llamada de atención que debe entenderse como un profundo cuestionamiento al régimen político, a los partidos y a la situación imperante en el país.
La reforma electoral no cumplió con su objetivo central. Más allá de los obstáculos impuestos a las coaliciones y a la participación de candidatos independientes, resultó insuficiente para contener y regular el papel del dinero y la participación de los poderes fácticos; fue incapaz de regular el papel de los medios de comunicación y, por el contrario, éstos incrementaron su activismo, triangulando contratos, encubriendo propaganda como noticias, promoviendo candidatos y partidos afines.
El PAN sufrió un desplome electoral. Con excepción de Sonora, perdió sus principales posiciones al pasar de 206 diputados en 2006 a 127 en 2009; perdió las gubernaturas de Querétaro y San Luis Potosí, así como las principales ciudades en los estados de Jalisco, México, Morelos y otras entidades. Esta derrota debe considerarse como plebiscito reprobatorio de Felipe Calderón, ya que el propio PAN hizo de la elección un referéndum al fincar su campaña en torno al apoyo al “Presidente en su lucha contra el crimen”.
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El alto abstencionismo y el incremento significativo del número de votos nulos constituyen una llamada de atención que debe entenderse como un profundo cuestionamiento al régimen político, a los partidos y a la situación imperante en el país.
La reforma electoral no cumplió con su objetivo central. Más allá de los obstáculos impuestos a las coaliciones y a la participación de candidatos independientes, resultó insuficiente para contener y regular el papel del dinero y la participación de los poderes fácticos; fue incapaz de regular el papel de los medios de comunicación y, por el contrario, éstos incrementaron su activismo, triangulando contratos, encubriendo propaganda como noticias, promoviendo candidatos y partidos afines.
El PAN sufrió un desplome electoral. Con excepción de Sonora, perdió sus principales posiciones al pasar de 206 diputados en 2006 a 127 en 2009; perdió las gubernaturas de Querétaro y San Luis Potosí, así como las principales ciudades en los estados de Jalisco, México, Morelos y otras entidades. Esta derrota debe considerarse como plebiscito reprobatorio de Felipe Calderón, ya que el propio PAN hizo de la elección un referéndum al fincar su campaña en torno al apoyo al “Presidente en su lucha contra el crimen”.