Se cumplió un mes del golpe de estado en Honduras y, como en toda dictadura, se mantiene el Estado de Sitio, las garantías individuales existen en el papel y los poderes Legislativo y Judicial son un apéndice del régimen de facto. Los hondureños, así como la casi totalidad de los pueblos latinoamericanos, han vivido esa realidad antes y la rechazan.
La comunidad internacional también rechazó el golpe del 28 de junio y adoptó acuerdos claros de condena a los golpistas, demandando la restitución en su cargo del presidente constitucional Manuel Zelaya. Pero las cosas ya no son tan claras ni categóricas y los motivos son ajenos a los intereses del pueblo hondureño y de los latinoamericanos en general. De la misma manera, las justificaciones que dan los golpistas no son verdaderas porque el golpe sirve a los intereses del grupo de poder encabezado por el ex vicepresidente estadunidense Dick Cheney, cuyos operadores hace tiempo que pululan por la región y buscan infiltrarse en los gobiernos.
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La comunidad internacional también rechazó el golpe del 28 de junio y adoptó acuerdos claros de condena a los golpistas, demandando la restitución en su cargo del presidente constitucional Manuel Zelaya. Pero las cosas ya no son tan claras ni categóricas y los motivos son ajenos a los intereses del pueblo hondureño y de los latinoamericanos en general. De la misma manera, las justificaciones que dan los golpistas no son verdaderas porque el golpe sirve a los intereses del grupo de poder encabezado por el ex vicepresidente estadunidense Dick Cheney, cuyos operadores hace tiempo que pululan por la región y buscan infiltrarse en los gobiernos.