Si bien la tarea de reinvención de la izquierda es impostergable y no puede eludirse más tiempo un debate de ideas consistente y profundo sobre cómo lograr, desde una perspectiva de compromiso real con las grandes mayorías empobrecidas, la transformación del país. Si bien, insisto, es preciso un severo cuestionamiento ético a los usos y costumbres de la izquierda electoral mexicana y el desplazamiento de los puestos de dirección de aquellos que han dilapidado el capital político acumulado por ésta luego de tantos años de lucha. No puede ya, por ningún motivo, cederse más terreno. Permitir que la transición democrática se frustre definitivamente con el retorno anunciado del PRI, dejar que el país marche de regreso al pasado, es un crimen de lesa patria. El año 2012 está a la vuelta de la esquina; no hay tiempo que perder.
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