La mayoría de los mexicanos pensaron que si en el año 2000 llegaba “la gente decente” al poder, este país habría de cambiar y las épocas aciagas de los abusos, coimas y chanchullos se iban a terminar para siempre, y nuestra patria sería un verdadero Jardín del Edén o unos Campos Elíseos donde las ninfas ciudadanas podrían corretear alegremente sin el peligro de los insaciables faunos políticos.
Han transcurrido casi 10 años de ilusiones frustradas, esperanzas quebrantadas y dolorosos enfrentamientos con una realidad que no solamente siguió igual, sino que empeoró notablemente en una feria de caprichos, payasadas, trinquetes y, sobre todo, de ineptitud monumental e imprevisión absoluta para manejar los asuntos públicos.
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Han transcurrido casi 10 años de ilusiones frustradas, esperanzas quebrantadas y dolorosos enfrentamientos con una realidad que no solamente siguió igual, sino que empeoró notablemente en una feria de caprichos, payasadas, trinquetes y, sobre todo, de ineptitud monumental e imprevisión absoluta para manejar los asuntos públicos.