Cuando José López Portillo, ícono de la época gloriosa de los heterosexuales garañones en el poder y algunos infiltrados en tartufo camuflaje que el tiempo descobijó ; ficheras de la frivolidad virtuosa y pragmáticas, que lograron el milagro de poner a sus consortes-administradores, ya sea de ministros, diputados, senadores y gobernadores ; orgullo de nepotismo que debía ser financiado con recursos públicos; amantes talentosas que dieron muchos momentos de Luz y Alegría al párvulo sexenio del atraco y sucesor( Miguel de la Madrid Hurtado) premiado por su brillante labor de celestino y que, según la última sentencia de homofobia por el Cardenal Lozano- que acota la gracia de la salvación eterna a los “Gay y Lesbos”- debe estar feliz y sin preocupaciones de belicosidades consanguíneas por herencias malditas ; sentenció : “lo peor que puede pasarle a México es que se convierta en un país de cínicos”. Seguramente JOLOPO nunca calculó que para el 2000, se llegaría a la cumbre de las “Concertacesiones del PRIAN” con el tongo que nos recetaron al orate, ladrón, inculto con iniciativa y disfuncional integral Vicente Fox Quesada, para terminar en manos de la sublimación en la usurpación al mandato popular e imponer, por encima de todo pudor legal, moral o ético, al “Frankenstein” que Carlos Castillo Peraza empezó a construir al final de la década de los 70s |