domingo, 24 de enero de 2010

¿Puede la Iglesia convivir con el Poder?
2010-01-24

Religión y Política
Hugo Carbajal Aguilar

Difícil papel el de la Iglesia-Institución. Más difícil aún en tanto que no realiza un mínimo examen de conciencia para advertir sus desórdenes propios al interior mismo de su estructura. Recuerdo hace algunos años -en la presentación del libro de Carlos Fazio, “La Cruz y el Martillo”- teniendo a un lado a Don Sergio y al autor, haber iniciado mi presentación con la siguiente frase: La Iglesia es santa y prostituta. Al advertir la mirada de Don Sergio dije inmediatamente: esto lo dijo Don Sergio Méndez añadiendo además “porque se acuesta con cualquiera”.
Puede revisarse la Historia de la Iglesia –hay un texto muy celebrado de Enrique Dussel- y se descubrirán ahí las complicidades que esta sacrosanta institución ha establecido con los poderosos de todos los tiempos y el cómo se ha comportado con sus mejores hijos. Ahora hasta niega las excomuniones que en edificante caridad cristiana emitió contra los Curas Hidalgo y Morelos.

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Los caciques duran (¿y los presidentes?) mientras los pueblos quieren
2010-01-24

Conjeturas
Alvaro Cepeda Neri

López Mateos acuñó la célebre frase-mensaje: “los caciques duran mientras los pueblos quieren”. Siendo Presidente de la República, en la época dorada, todavía, del priísmo (un presidente popular, populachero y populista; bebedor de cerveza, sin disfrazarla como sidral-mundet como hizo el hipócrita de Zedillo; aficionado al boxeo, sobre todo de las sangrientas peleas del “Toluco” López; bien parecido, no tanto como el galán de Peña Nieto; y autoritario antisindicalista obrero), decidió que llegara a su final el cacicazgo del “Alazán tostado”: Gonzalo N. Santos quien, con pistola y texana en la cabeza se hizo del poder político y económico de casi todo San Luis Potosí.
Después, de gira por Guaymas, Sonora, López Mateos tuvo otra ocurrencia, al declarar: “Mi gobierno es de centro-izquierda... dentro de la Constitución”, con la que puso a parir chayotes a los empresarios y adeptos conservadores del sistema.

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Alto en el camino
2010-01-24

María Teresa Jardí

No dejan de ser curiosas las ausentes reflexiones de las organizaciones, en general no gubernamentales y en general vinculadas a la parte rescatable de las iglesias, que de buena fe —la parte no gubernamental, la empresarial en general, y las jerarquías eclesiásticas, lo hacen como es evidente por variadas razones que van del robo a la promoción política—, piden ayuda para el sacrificado pueblo haitiano a pesar de la evidencia probada de una y mil maneras incluso por los noticieros de la telebasura, a la que sirve también la imposición del sistema, a pesar de la evidencia de que los marines yanquis no están en Haití para repartir la ayuda. Ayuda que se dejará que se pudra, la que no se roben los vivales, en bodegas, como suele suceder en casos de catástrofes de esa naturaleza. Y peor aún en este caso donde la inteligencia demuestra que los marines están convirtiendo a Haití en otro territorio ocupado por el imperio gringo. Ante la debacle del imperialismo, saben —lo mismo los Bush que los Obama, los que a Hitler y a Stalin, harán ver, cuando se escriba la verdadera historia del capitalismo salvaje, como buenas personas—, que el monstruo, que se impone al mundo a la fuerza, tiene que serlo a punta de las armas de altísimo poder, que en los noticieros vemos que portan los soldaditos del imperio maldito que oprime al mundo de la peor de las maneras, al grado de poner en riesgo, incluso con el maltrato a la naturaleza, la prevalencia de la raza humana sobre la tierra.

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Haití, rescatar al ser humano para construir otra sociedad posible
2010-01-24

Jesús Peraza

A Daniel Bensaid
Camarada marxista (trostkista), que contribuyó a trascender el pensamiento revolucionario en una de la más terribles y profundas oscuridades de las que ha atravesado la humanidad, ésta que pretendía el “fin de la historia y el fin de las ideologías”, la resistencia sigue.

¡Ya no nos sorprende la muerte!, menos aún, cuando ésta se presenta en masa y arrasa un pueblo completo en una cercana o lejana isla, según desde donde usted la quiera mirar. Es una “economía tremenda” (son palabras de Augusto Pinochet cuando a los cientos de opositores asesinados con tortura metían a varios en un ataúd para economizar), ya no hay que mascarlos con alguna “guerra necesaria” determinada por los corporativos-que-administran-al-Estado norteamericano; o en esa convencional e interminable guerra contra el narcotráfico, que ha tomado la existencia toda como campo de batalla o estas otras que se plantean arrasar con culturas preexistentes como las invasiones a Afganistán, Irak, Palestina, que son denominadas “ocupaciones”.
El horror es que la ayuda no puede llegar, porque su escasa y precaria infraestructura está saturada con los primeros envíos y su “infraestructura”, realmente mínima-indispensable-incompleta-ineficiente que se suma a las carencias del pueblo de Haití con crónicas e históricas, la pobreza-enfermedad-explotación-discriminación. Y claro, es un fenómeno natural, una falla que destruye Puerto Príncipe y sepulta a decenas de miles de pobres que difícilmente están contados en una estadística oficial de los organismos internacionales de desarrollo y por su gobierno que ha sido fundado en tiranías políticas subordinadas a los intereses económicos del imperialismo norteamericano, claro, “nunca supieron cuántos eran”, menos si tienen nombre y derechos humanos. Pero estos seres humanos ya respiraban la atmósfera saturada de la colonial-explotación que se enganchó al tan mediático y tecnológicamente avanzado neoliberalismo, que los despojó de su vida y los condenó a una larga agonía que viene a rematar este terremoto.

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