Pedro Echeverría V.
1. Desde la brutal represión y encarcelamiento de 1959 contra los ferrocarrileros de México, pensé que los obreros no había sido derrotados porque habían demostrado a la nación y al mundo una gran acumulación y experiencias de lucha. Decía: “No se perdió nada, al contrario, ganamos porque el gobierno quedó desnudo como enemigo ante la población”. Pero después la represión continuó contra los maestros del MRM, los campesinos, los médicos, los estudiantes, los normalistas, los guerrerenses, los electricistas, mineros y contra todos aquellos que se han atrevido a protestas y luchar. Siempre pensé que íbamos ganando porque las fuerzas de la rebelión iban creciendo y acumulándose hasta que “la evolución irrumpa en revolución”. ¿Cuánto tendrá que acumularse, cuantos cientos de miles tendrán que morir, ser encarcelados y perseguidos para que surja un cambio cualitativo, para que podamos enterrar al capitalismo?
2. Decían los viejos y no muy recomendables manuales de marxismo de los sesenta de Politzer, Nikitín, Rosental, Afanasiev y mil más, acerca de la “dialéctica”, que las batallas de descontento, las protestas, las luchas gremiales, producen acumulación de fuerzas y cambios evolutivos y que estos cambios al hacerse ya más grandes e irrefrenables –según las propias leyes- hacen estallar las cosas en “la última fase del capitalismo” y surgen entonces las revoluciones. Lo que sucedió es que quizá la mayoría pensó que una vez madurada la situación las revoluciones vendrían de manera natural y obligatoria porque los explotados no aguantarían más y los explotadores ya no podrían dominar. Pero el capitalismo prolongó otros 150 años su dominación haciendo más guerras, saqueos y, sobre todo impulsando los “aparatos ideológicos de Estado”: televisión, radio, prensa, escuela, iglesia, para consumo de los trabajadores.
Leer mas...AQUI2. Decían los viejos y no muy recomendables manuales de marxismo de los sesenta de Politzer, Nikitín, Rosental, Afanasiev y mil más, acerca de la “dialéctica”, que las batallas de descontento, las protestas, las luchas gremiales, producen acumulación de fuerzas y cambios evolutivos y que estos cambios al hacerse ya más grandes e irrefrenables –según las propias leyes- hacen estallar las cosas en “la última fase del capitalismo” y surgen entonces las revoluciones. Lo que sucedió es que quizá la mayoría pensó que una vez madurada la situación las revoluciones vendrían de manera natural y obligatoria porque los explotados no aguantarían más y los explotadores ya no podrían dominar. Pero el capitalismo prolongó otros 150 años su dominación haciendo más guerras, saqueos y, sobre todo impulsando los “aparatos ideológicos de Estado”: televisión, radio, prensa, escuela, iglesia, para consumo de los trabajadores.