Luis Javier Garrido
El fracaso que está teniendo en todos los ámbitos la propuesta de Felipe Calderón para privatizar la industria petrolera nacional anuncia que de persistir el gobierno en su cerrazón va a abrir una gravísima crisis en el país.
1. La desesperación del gobierno de facto ante el fracaso de su intentona por hacer aprobar en fast track por el Congreso mexicano su paquete de supuesta “reforma energética” –que no es otra cosa que una tentativa de fraude constitucional para culminar el desmantelamiento de Pemex y entregar la industria petrolera a las trasnacionales–, ha llevado a Felipe Calderón a una pérdida total de las formas y a evidenciar de manera más abierta su desprecio por las instituciones de México.
2. Los debates en la vieja casona del Senado en la calle de Xicoténcatl, a pesar de no haber sido transmitidos por la televisión abierta han terminado por cumplir dos funciones contrariando las expectativas de Los Pinos: a) lo mismo al hacer ver a amplísimos sectores de mexicanos las mentiras del diagnóstico oficial y la irracionalidad de ese proyecto privatizador y anticonstitucional, que constituye una verdadera traición a México, que b) al alertar a un sector de la derecha empresarial y a legisladores de la mayoría oficialista sobre la estupidez histórica que representaría para todos los sectores del país la entrega de nuestro principal recurso estratégico a fuerzas del extranjero.
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