Carlos Acosta Córdova
México, D.F. 5 de junio (apro).- Es un hecho que el gobierno de Felipe Calderón y el Sindicato de Trabajadores de Pemex, que encabeza Carlos Romero Deschamps, han pactado un trato terso, así sea de dientes para afuera: se florean, se apapachan y han dejado en claro que no se van a lastimar uno al otro. Pero no por ello deja de sorprender, por explícita y contundente, la defensa que del Sindicato hizo, el miércoles 4, el director general de la paraestatal, Jesús Reyes Heroles González-Garza.
Ante una pregunta sobre el lastre que el Sindicato es para la industria petrolera –y que por lo mismo cualquier reforma tendría que pasar por la revisión de las relaciones laborales en Pemex--, el funcionario prácticamente enfureció, durante una conferencia de prensa conjunta con la secretaria de Energía, Georgina Kessel.
Y emprendió la defensa a ultranza de los dirigidos por Romero Deschamps y de éste mismo. Antes que señalar o criticar los privilegios de los trabajadores de Pemex, se les debería hacer un reconocimiento porque trabajan en condiciones “bastante rudas”, dijo.
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