Grave es la situación cuando obliga a la apología del delito. Tal ocurre con el caso Pablo Montero quien no es el primero ni el único figurín de la industria del espectáculo con problemas de drogadicción. Otros y otras como él son tratados como víctimas, mártires y hasta son usados como ejemplo. Queda la aportación de nombres como ejercicio para lectoras y lectores, chiquillos y chiquillas, expuestos por las tardes a la barra infantil incluyente del chismerío morboso y altamente educativo.
La detención del galán en Miami por incumplir con la sentencia de someterse a tratamiento médico y recaer en la adicción, ha sido ampliamente difundida por Televisa. No puede ser de otro modo porque se trata del artista exitoso de Fuego en la Sangre, la telenovela discutida en sus secuencias principales en no menos de cuatro programas sobre la industria del espectáculo. Una reportera alerta, entrevista al productor sobre las consecuencias y queda clara la necesidad de cambiar la historia, mientras los periódicos detallan la terrible situación. Al fin, en exclusiva, un noticiero con fallidas intenciones jocosas, es irrumpido con la buena nueva de que luego de una detención de 48 horas, el galán ha quedado libre. El juez se compadeció pese a la reincidencia. Antes, se había anunciado la intervención de Televisa para que el juez perdonara al actor cantante. No faltaba más, los patrones amparan a sus empleados.
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