¡A rienda suelta!

Manú Dornbierer
Satiricosas

En 1998, el escritor John Gray, profesor de Pensamiento Europeo en la London School of Economics, que había pertenecido en los 80 a la Neo Derecha y defendido el neoliberalismo de Thatcher y Bush padre posteriormente (o quién sabe) ambos afectados de Alzheimer, se dio en esa década cuenta de su error y se convirtió en lúcido crítico del neoliberalismo. En su libro “Falso Amanecer, los engaños del capitalismo global” (Paidós) dice del hoy destartalado y nefasto sistema:
“El proyecto de universalizar el modelo económico del libre mercado al estilo angloamericano (el de un mercado desregulado e independiente de las necesidades sociales) debe distinguirse del fenómeno de la globalización económica y cultural. Mientras que este último es un fenómeno imparable que se ha venido desarrollando desde hace siglos y que actualmente está siendo impulsado por la rápida difusión de las tecnologías de la información, el primero no es un fenómeno natural ni espontáneo sino un proyecto político deliberado y muy reciente que se trata de imponer desde Estados Unidos y las instituciones financieras internacionales, artífices del “consenso de Washington”. Dada su inherente inestabilidad y sus altos costos sociales, el intento de construir un libre mercado global -arraigado en la ideología universalista de la Ilustración- podría conducir no al complaciente “fin de la historia” de Fukuyama sino al caos: a un mundo caracterizado por sociedades desintegradas y Estados enfrentados comercial y militarmente. Además de utópico, Gray considera desaconsejable imponer como modelo capitalista el del libre mercado estadounidense…” (Mónica Salomón, Universidad Autónoma de Barcelona).
Dado el atraso intelectual de la clase política mexicana, sobre todo panista, no es creíble que ni Fox ni Calderón leyeron jamás a John Gray. Tampoco Don Beltrone, ni la Gran Boa ni menos aún el hombre más necio y antipático del PRI, Francisco Labastida. De haberlo leído, no gobernarían con tanta irresponsabilidad porque algo de miniconciencia patriótica han de tener. ¿O no? Salinas sí lee, pero le vale. Su alma está vendida al diablo Negroponte desde siempre. Por eso está entre los más ricos del mundo.
Hoy finalmente queda claro que el perpetrado por el neoliberalismo a lo largo de los años es el robo más grande no del siglo sino de la historia de la humanidad. Se agudizó con agravantes durante la dinastía Bush, incluyendo al gangster Jeb, gobernador de Florida. Dio cuenta de muchos países y específicamente de las poblaciones más pobres de dichos países.
Pero los máximos gandallas afiliados al dios dinero, George W. Bush y su vicepresidente Dick Cheney, que necesitaban trillones para sus personales guerras ni se inmutaron hasta que la “desregularizaron”, léase le dieron rienda suelta a la demencia financiera que llamaron “libertad” -¿recuerdan cuando llamaron a las papas a la francesa Liberty Fries? Así fue como “las fuerzas del mercado”, léase los grandísimos ladrones citados en letras de oro en la revista Forbes, hicieron tronar el universal tinglado de enormes e infames mentiras y planetarias voracidades.
Un ejemplo aterrador de lo que pudo hacer la desatada voracidad de los más ricos inversionistas del planeta es su acción sobre el precio del barril del petróleo. El 70 u 80% de la culpa de los altísimos precios que alcanzó hasta desestabilizar a todos los países importadores por ricos que fueran, se debió a las compañías petroleras e inversionistas filiales. Ellos imponían los precios porque querían ganar más y más sobre el petróleo y no les importaron las consecuencias que “sus” precios tendrían nada menos que sobre sus propios conciudadanos gringos, sobre otras naciones enteras, la quiebra de empresas, la desestabilización política, el cambio climático en alta medida producido por el petróleo. Na-da. Money, money, money. Sólo Quieren money, aunque sea virtual.
¿Y ASÍ LAS COSAS LES VAN A REGALAR CALDERON Y EL CONGRESO NUESTRO PETROLEO A ESAS COMPAÑÍAS Y A LA TESORITO REPSOL? Es que las cosas se planean desde antes, no importa lo que pase, dijo el deslumbrante Santiago Creel.
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