México SA
Carlos Fernández-Vega
Con el alud de pésimas noticias que por la sacudida económico-financiera cae sobre los mexicanos, el clamor de la sociedad es que el gobierno de la “continuidad” cumpla; que el doctor Agustín Carstens “nos regrese el catarrito por él diagnosticado”; que el inquilino de Los Pinos “nos devuelva la gripa, que según su sabia prospectiva, sería el mayor efecto negativo para el país”, y que el autodenominado “secretario” de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, “insista en que es ocioso tomar medidas ante el desplome de la economía”.
Quién pudiera regresar el calendario a febrero de 2008 para volver a reír con el jocoso diagnóstico del secretario de Hacienda sobre el “catarriento” futuro inmediato de la economía mexicana. O a septiembre pasado, para de nueva cuenta escuchar otro de los mejores chistes del sexenio (hasta ahora) contado por Felipe Calderón: “la gripa económica de Estados Unidos no será pulmonía en México”. O, ya entrados en gastos, a octubre del año recién concluido, cuando –justo seis días antes de la devaluación del peso– Gerardo Ruiz Mateos, con una enorme sonrisa, decía que “es ocioso tomar medidas extraordinarias; sería anticiparnos a algo que todavía no pasa”. Qué lástima: se equivocaron de chamba. Debieron pedir turno en las tandas del Teatro Blanquita. El daño al país hubiera sido menor.
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