Luis Linares Zapata
La actual crisis económica y financiera en proceso se ha fusionado con una previa: la que se gestó en el México de finales de los años 70 para enseñorearse del aparato productivo a partir de los 80. Varias administraciones sucesivas de priístas la fomentaron. Otra de panistas naufragó en esta atonía del crecimiento y la justicia distributiva reforzó la alocada desarticulación de las cadenas productivas para finiquitar, al fin, toda red de protección para sostener lo propio. El Sr. Calderón es un digno sucesor de esa estirpe de mediocridad, insensibilidad social, complicidades y acendrado entreguismo. Como heredero del pensamiento colonizado, ha hechas suyas todas y cada una de las consignas del consenso de Washington. Ahora tiene, entre sus pequeñas manos, un emparedado doble que contiene la crisis propia, irresponsablemente labrada, sazonada con la que proviene del exterior. Un fenómeno del que aún se desconocen muchos de sus componentes y, sobre todo, su duración. Demasiado para su corta estatura y nula capacidad de acción.
Leer Nota AQUI