Es un rito, es decir, “una costumbre o ceremonia que siempre se repite de la misma manera”, que los mandatarios de México y Estados Unidos sostengan un encuentro oficial antes de que uno de los dos asuma su cargo. Así ha sido desde el siglo pasado y así lo argumentó el equipo del presidente electo Barack Obama, al señalar que el encuentro de ayer en Washington se realizó “para continuar una tradición”. Es decir, para no faltar al hábito, a la costumbre, al uso y a una práctica diplomática.
No hay rito sin rutina. La más socorrida de este rito de iniciación es centrarse en la “química”, en el “click”, en “lo bien que se entendieron” ambos mandatarios y en el “nuevo espíritu” que regirá las relaciones entre ambas naciones. ¿Cómo olvidar el primer encuentro entre Fox y Bush, donde a partir de la predilección de ambos personajes por las botas texanas se promovió todo un fetiche sobre la “nueva era” entre México y Estados Unidos?
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