Pedro Miguel
En el último tramo de la mafia estadunidense saliente, diversas voces en Washington han incluido a México en la nómina de “estados fallidos” y lo han comparado, por peligrosidad, con Pakistán, Irak e Irán. Son demasiadas peras, manzanas y lagartijas en una misma categoría: Irán es uno de los estados más perdurables y sólidos del mundo y la “falla” de Irak es haber sido destruido por Washington y sus ayudantes militares. De cualquier forma, el adjetivo escandaliza porque tiene el tono de una condena contra la nacionalidad. Ser parte de un Estado fallido implica no tener futuro en el mundo y devenir apátrida. Otro motivo de alarma es que el veredicto de peligrosidad y la sentencia de inviabilidad suelen ser profecías autocumplidas que preceden al intervencionismo de los bombarderos y las tropas de ocupación, como les ocurrió a Yugoslavia y al propio Irak. Las descalificaciones han generado tanta inquietud que el bocazas de Tony Garza se despidió de su cargo de embajador con un gesto de cortesía y dice que no, que qué barbaridad, que no es para tanto.
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