Magdalena Gómez
Tratándose de la distancia entre el poder y la sociedad, encontramos que en relación con las familias poco importa el signo del partido político del gobernante en turno. En este sentido ofrezco las referencias de Luis Echeverría Alvarez después de las matanzas de estudiantes en 1968 y 1971, en plena década de la guerra sucia, y las del presidente católico que hoy ocupa la silla presidencial y a quien poco le importa que ostente la representación de un Estado laico. Después de todo proviene de la corriente contraria y ajena a lo que significó en nuestra historia del siglo XIX la lucha por alcanzar la separación de la Iglesia y el Estado.
En su informe presidencial del primero de septiembre de 1974, Luis Echeverría Alvarez señaló: “En los últimos meses, vidas muy fecundas y valiosas para el país han sido segadas por la acción cobarde de bandas de cobardes terroristas, desgraciadamente integradas por hombres y por mujeres muy jóvenes, surgidos de hogares generalmente en proceso de disolución, creados en un ambiente de irresponsabilidad familiar, víctimas de la falta de coordinación entre padres y maestros, mayoritariamente niños que fueron de lento aprendizaje, adolescentes con un mayor grado de inadaptación, que en la generalidad muestran inclinación precoz al uso de estupefacientes en sus grupos, con una notable propensión a la promiscuidad sexual y con un alto grado de homosexualidad masculina y femenina. Son estos grupos fácilmente manipulables por ocultos intereses políticos nacionales o extranjeros, que hallan en ellos instrumentos irresponsables para estas acciones de provocación en contra de nuestras instituciones” (Transcripción del video México en la historia de su democracia, Televisa).
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