ALVARO DELGADO
MÉXICO, D.F., 20 de enero (apro).- Con la presencia del secretario de Estado vaticano, Tarcisio Bertone, en el Teatro de la República de Querétaro, donde se promulgó la Constitución vigente, el conglomerado político más longevo del planeta, la Iglesia católica, materializa un nuevo desafío a las instituciones de México, controladas por sus cómplices --que se camuflan como fieles-- para avanzar en su proyecto de desmantelar el Estado nacional.
Este desmantelamiento no es sólo para que el clero recupere formalmente los privilegios previos a las Leyes de Reforma y la Constitución de 1917, como sus vastas propiedades inmobiliarias y su inmunidad ante la ley --de las que sigue gozando de facto--, sino con el fin de constituirse como un Estado paralelo para gobernar, literalmente, a la nación.
No es fortuito, por eso, el encuentro "cultural" que el segundo hombre más poderoso del Estado vaticano y la curia romana, detrás de Joseph Ratzinger, presidió este lunes 19 en el Teatro de la República, en Querétaro, porque se trata de un lugar emblemático para el Estado laico, que aborrecen el clero y los supuestos "intelectuales" que ahí se dieron cita proclamando un falso discurso.
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