martes, 27 de enero de 2009

Estos rojos que sueñan con Rosa…



(Título original: Ces rouges qui rêvent de Rosa…)

Hace noventa años, Rosa Luxembourg, Karl Liebknecht y varios de sus compañeros
que acababan de fundar el Partido comunista de Alemania, fueron asesinados
por un comando militar, mientras que trataba de desarrollarse un movimiento
revolucionario en el país. Figura prominente del movimiento obrero
internacional, economista, téorica de la democracia, mujer cultivada,
sensible,
ella nos dejó una herencia fecunda que merece ser reevaluada en el
momento de la
crisis mundial del capitalismo.

Nacido de la fusión de los ex-comunistas del Este y de los disidentes socialistas, « Die Linke » (La Izquierda) se reivindica en Rosa Luxembourg y sirve de modelo a la izquierda radical francesa.

BERLIN, de la corresponsal de Libération.fr NATHALIE VERSIEUX, traducido por: Hasardevi

En menos de una hora, las dos tumbas han desaparecido bajo un mar de claveles rojos. Como cada segundo domingo de enero, decenas de miles de admiradores habían visitado, el domingo pasado en el cementerio de los socialistas de Friedrichsfelde, al Este de Berlín, para rendir homenaje a Rosa Luxembourg y a Karl Liebknecth. El 15 de Enero de 1919, las dos figuras históricas de la izquierda radical alemana fueron asesinadas en Berlín por una tropa paramilitar, cuando Alemania, en plena revolución, estaba dirigida por el social-demócrata Friedrich Ebert. En Friedrichsfelde, la multitud, callada y de caras largas, se compone de una concurrencia más bien de edad y ampliamente masculina. La prensa es mal vista, a excepción de publicaciones neocomunistas que son Neues Deutschland y Junge Welt.


« Paz, Rectitud, Valentía »

En esta jornada helada, han venido muchos especialmente de lo más recóndito de la ex-RDA (República Democrática Alemana). Como esta pareja de jubilados Anglosajones que asiste a la conmemoración cada año desde 1985. Una vez más, para el 90ª aniversario del asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, compraron tres claveles a la entrada del cementerio. Uno para Rosa, uno para Karl, el tercero para Ernst Thälmann, el jefe del Partido Comunista alemán (KPD) de 1925 a 1933, muerto en el exilio a Buchenwald en 1944. La mujer admira «su valentía, cuando hoy tantos prefieren permanecer arrellanados en su sillón más que actuar». Su marido juzga la peregrinación de este año «más importante que nunca, en momentos en que el capitalismo está al borde del colapso».
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