Gabriela Rodríguez
¡Qué velocidad de decisiones! Obama arranca con acelerado ritmo, al lado de la prioridad económica que no le permite distracciones; en su primera semana de gobierno atendió la agenda de las mujeres: eliminó la ley mordaza que prohibía el financiamiento público e internacional para el aborto. El país del norte transita en un fuerte cambio de ritmo, más lejos del gospel y más cerca del reggae: “Oh my little sister, don’t she’d no tears ¡No woman, no cry!... Everythig’s gonna be alright.”
A la mañana siguiente respondía el Vaticano a velocidad inusual. El arzobispo Rino Fisichella, titular de la Academia Pontificia para la Vida, afirmó que “la revocación de esa prohibición se hizo con la arrogancia de quienes, teniendo el poder, creen que pueden decidir entre la vida y la muerte”, y –a sabiendas de que el aborto es accesible en Estados Unidos y en toda Europa– la preocupación del arzobispo es la posible influencia de esa política en el continente latinoamericano: “Lo que pasa en Estados Unidos influye en otras partes del mundo, los líderes de ese país deberían ser capaces de escuchar humildemente e incluso llegar a solicitar ayuda” (Time, 28/1/09).
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