Luis Linares Zapata
El régimen actual de gobierno deberá hacer frente al descontento, casi iracundia, que va surgiendo en muchos mexicanos y cuyas raíces se hunden en más de un cuarto de siglo de expoliaciones masivas. No es la primera vez que este malestar aparece en la superficie consciente de los ciudadanos, pero ahora se tienen menos armas para mitigarlo. Prueba de este sentimiento colectivo se dio durante 1988, pero pudo ser salvado mediante el grosero fraude salinista. El segundo episodio se materializó en 2006 y ha quedado subsumido en la retaguardia de las afrentas sin que, dos y medio años después, las heridas causadas hayan cicatrizado. Puede ser que, por el contrario, se hayan ensanchado por la ineptitud de la administración panista, la absoluta falta de imaginación y las ambiciones de poder y riquezas de ese grupo de plutócratas que no se detienen ante nada.
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