Cuando Carlos Slim, nuestro plutócrata más popular, comienza una larga lista de calamidades económicas (los índices de desempleo sólo podrán compararse con los de los años 30) en perspectiva futura para el país con un “…no es que quiera ser catastrofista…”, no queda más remedio que pensar que a esto ya se lo cargó patas de cabra. O que Slim lo que quiere es abaratar el país para poder comprarlo a precio pacto cuando todos estemos bien ahorcados.
Bueno, ya en serio, no me imagino la reacción de Calderón cuando Slim hizo ese comentario a sus costillas. Digo, después de todo no es un catastrofista cualquiera de esos que anda por ahí malhablando del sistema por puritito ardor y resentimiento social, sino un catastrofista con suficiente capital como para forjar más desestabilizaciones que el crimen organizado.
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