Editorial
El empresario Carlos Slim afirmó ayer, durante su intervención en el foro México ante la crisis, realizado en el recinto legislativo de San Lázaro, que la economía del país “se va a desplomar” como consecuencia de la crisis financiera mundial, y anticipó el cierre de empresas “chicas, medianas y grandes”, así como un incremento en los niveles del desempleo “como no se tenía noticias desde los años 30”.
Lejos de encerrar una visión “catastrofista” o una “infundada profecía del desastre” –términos empleados por el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón, en su alocución del pasado jueves–, lo dicho ayer por Slim constituye, por desgracia, un pronóstico devastador, sí, pero realista y consecuente con el panorama que enfrenta la economía nacional. De hecho, las afirmaciones del empresario pueden cotejarse con los miles de casos de personas que han perdido su trabajo en los meses pasados, y con la problemática que enfrentan cientos de empresas –sobre todo medianas y pequeñas– ante el descenso en las ventas, el incremento en los costos de los insumos –incluidos aquellos cuyos precios están controlados por el Estado, como los combustibles– y la falta de crédito.
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