Miguel Marín Bosch
Miguel Marín Bosch
Lo que diga (o deje de decir) Vicente Fox no nos debería importar demasiado. Suele hablar primero para luego pensar. No es un caso de "voy a pensar lo que voy a decir"; es un caso de decir y luego pensar lo que ha dicho.
A finales de enero, Fox alentó a los alcaldes panistas a hacer campaña. Se le olvidó que los que ocupan cargos públicos deben abstenerse de hacer labor partidista. Les dijo que él había hecho campaña política durante su sexenio cuando encargó a otro(a) el changarro de Los Pinos. ¿Changadera o changarrera? Podría ser. Hay quienes piensan que con Fox nunca se sabe, que es capaz de sorprender a cualquiera, que es impredecible.
Lo cierto es que Fox no sorprende. Nos ha acostumbrado a escucharle las frases y comentarios más insólitos. La lista de tonterías dichas por él es muy larga y él es el primero en darse cuenta de que habla demasiado. En varias ocasiones me confesó que no debería "abrir el pico" tanto. Pero ello no lo disculpa.
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