Dr. Francisco J. Andrade.
24 de Marzo de 2009
1.- Hola amigos netescuchas, con motivo de la desaparición del papel-dinero en Wall Street, el gobierno norteamericano ha venido discutiendo con vehemencia y a veces con indignación, la necesidad de regular las actividades del mundo financiero.
Esta actitud ha generado reacciones negativas entre los financieros y políticos cuyas convicciones apoyan sólidamente la continuación de las teorías y las prácticas del capitalismo moderno. Entre los practicantes de la economía en países como México, existe un desconcierto derivado del tropiezo de su campeón neoliberal.
Nada causa más desconcierto que la pretensión del gobierno norteamericano de regular las operaciones de los bancos, limitando por consiguiente su libertad para llegar a resultados óptimos vía la competencia como lo prescribe la receta neoliberal, competir entre ellos para fijar comisiones por sus servicios, ejercer el derecho del movimiento irrestricto de capitales entre países, la libertad de promover instrumentos financieros para el logro de ganancias vía el manejo de los riesgos y fomento del uso del capital en la búsqueda de mayores ganancias, entre otras libertades..
Sería muy fácil encender la pasión y declarar que los financieros de Wall Street son los causantes del agujero negro en que nos encontramos todos los países.
Sugiero que esto no es así.
El desarrollo del capitalismo no responde a meras argucias para engañar al prójimo. Desde el principio, se han ideado argumentos lógicos seguidos de la investigación y práctica de esos argumentos para fundamentar el desarrollo en las sociedades europeas y después las de todo el mundo.
El trabajo teórico y estadístico fundamentando el capitalismo, los resultados concretos obtenidos y el bienestar logrado, señalan que no se trata de un pasatiempo en el que se puede empeñar cualquiera para desacreditarlo.
No existe tampoco la imposibilidad de indagar la verdad. Simplemente hay que aplicarse a resolver el problema, analizando uno a uno sus componentes e intentar la síntesis que señale las inconsistencias. Esta nota intenta ilustrar algunos de los caminos analíticos a la luz de la política que practican los partidarios de la izquierda.
Y va de historia: desde el siglo XVIII, Adam Smith expresó con claridad que el egoísmo racional en una economía de libre mercado conduce al bienestar económico. Tomo de la biografía de Adam Smith la expresión de que “para obtener un ingreso con su trabajo en un mercado competitivo, los individuos deben producir algo de valor para los demás”. Lo anterior es válido para cualquiera. Pero no se detuvo aquí su planteamiento, sino que lo sinterizó genialmente al decir en 1776 que: “a través de dirigir su industria (su trabajo) de tal manera que el producto obtenido tenga el mayor valor posible, el trabajador o empresario, intenta solamente obtener una mayor ganancia, y en este caso, como en muchos otros, es conducido por una mano invisible a la obtención de un objetivo que no formaba parte de su intención (egoísta)”. Esto es, que aún sin querer, a través de su interés individual, el trabajador promueve la mayor eficiencia posible, pues puede sugerirse con un poco de aritmética, que esta acción individual producirá los mayores volúmenes de producto al menor costo posible. Aquel que quiera competir con precios más altos que los demás, simplemente no tendrá un producto que sea aceptado por los consumidores informados y tendrá que bajar sus precios o almacenar en vano su producto. El comportamiento racional, generará el mayor beneficio social en forma automática. En la época que se expresaron estas ideas, Newton había descubierto el mundo y le asignaba a cada planeta sus horarios y posiciones en el espacio y además nos enseñó por qué.
Todo lo anterior, manejado por la misma mano invisible, debidamente racionalizada.
Siguiendo con nuestra historia y como producto de la inmensa tragedia humana del colapso de los mercados en los 30’s del siglo veinte, apareció un genio de las ideas llamado John Maynard Keynes y un genio político llamado Franklin D. Roosevelt. El primero propuso la intervención directa del gobierno para incrementar el gasto público ya que las acciones económicas al nivel de los individuos o empresas, podrían disminuir el producto total y hacer más lento el crecimiento de la economía, con el consecuente desempleo y la disminución de bienes y servicios.
En estas condiciones, la intervención gubernamental se percibe como necesaria, so pena de permanecer en el estancamiento.
El argumento fundamental de Keynes fue que la política gubernamental debe utilizarse para incrementar la demanda global, vía aumento del gasto y el control de las tasas de interés para incrementar la actividad económica y reducir el desempleo y la deflación.
Según Keynes, proceder de otra forma sería perpetuar la crisis.
Para citar dos ejemplos notables y exitosos, se construyó la presa más grande del mundo en su tiempo y se desarrolló el Valle del Río Tennessee. Esta intervención del gobierno principalmente en la generación de electricidad, aparte de otros objetivos, ha sido y es uno de los ejemplos notables de la intervención del gobierno en la economía norteamericana.
Para los netescuchas curiosos, consulten en wikipedia el artículo “Keynesian Economics”.
Franklin D. Roosevelt se decidió, con las ideas de Keynes a darle una ayudadita a la mano invisible y señaló: “ (que) al desarrollarse la Nación, y en tanto que los inventos y la industria y el comercio aumentaban su complejidad, las incertidumbres de la vida se hacían también más complejas. Entre un creciente número de ciudadanos, y entre las frecuentemente intangibles fuerzas de la poderosa industria, los hombres han descubierto que su fuerza individual y su ingenio ya no son razones suficientes. Esto era verdad no solamente para el trabajador en su taller o en su oficina; era también una realidad para el comerciante o fabricante que lo empleaba. En ocasiones similares los hombres habían buscado a los vecinos para obtener ayuda y consejo, ahora buscaron al Gobierno.”
Y continúa: “Debemos enfrentar el hecho de que en este país tenemos una seguridad social para el rico y una seguridad social para el pobre y que el Gobierno tiene las mismas obligaciones frente a ambos. La seguridad (social) nacional no es algo que se tiene a medias: es todo o nada.” Con estas frases emitidas por radio en junio de 1934, el Presidente Roosevelt, comunicó a los norteamericanos, la decisión de actuar en favor del hombre común y de hacer efectiva la directiva de las filosofías que nos han convencido que la soberanía de los pueblos emana de ellos mismos y no del privilegio de unos cuantos (Rousseau). Señaló que las fuerzas naturales derivadas del egoísmo racional, no eran suficientes. Por tanto estableció con energía un programa, aún existente, de seguridad social. Este programa ha sido combatido por el liberalismo, inclusive la iniciativa privada ha enderezado sus baterías en contra del limitado servicio de seguridad social de México.
La seguridad social para todos, figura actualmente en el programa del Presidente Obama, como una de las promesas más importantes para los norteamericanos, que se enfrentan al desempleo y a los costos crecientes de los servicios médicos en los Estados Unidos
Y así se llegó al período de combate frontal entre los neoliberales a ultranza y los partidarios de la intervención del gobierno en la vida social.
Las bases concretas del neoliberalismo se fueron gestando lentamente y por fin quedaron plasmadas en el Consenso de Washington a partir de 1989: disciplina fiscal, redireccionamiento de subsidios hacia servicios como educación elemental, servicios elementales de salud e inversión en infraestructura; ampliación de la base de causantes para aumentar la captación de impuestos; tasas de interés determinadas en el mercado; librecambio del peso; liberalización del comercio internacional: liberalización de la inversión proveniente del extranjero; privatización de la empresa pública; desregulación de procedimientos que impidan la entrada a los mercados o restrinjan la competencia; y finalmente, seguridad legal para los derechos de propiedad.
Estas directrices, han sido implementadas por los bancos multilaterales y el gobierno norteamericano actuando concertadamente. Para los gobiernos dependientes de su volumen de reservas en dólares, esto significa la sumisión o el desastre vía la excomunión por parte de las autoridades del Fondo Monetario Internacional, que se estableció para garantizar la estabilidad de los mercados internacionales desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Esto marca la consolidación del neoliberalismo que se manifestó en nuestro país desde hace dos décadas y que propició la dilapidación de la empresa pública mexicana con toda la secuela que implica la aplicación de una receta que quizá nosotros no debiéramos de haber aceptado, ya que implicó la desaparición a rajatabla de instituciones adecuadas a nuestro país. Vale la pena recalcar que es notable la resistencia y el contraataque efectivo que la Universidad Nacional Autónoma de México ejerció contra la aplicación ciega del Consenso de Washington. Para el sacerdote del credo derivado del Consenso de Washington, los subsidios debían ser para la educación elemental pero la educación superior es más efectiva en manos de la empresa privada.
¿Pero que es realmente el Consenso de Washington?, mantengo que es una de las bases en las que se afirma el neoliberalismo salvaje que ha asolado a nuestro país. Su entendimiento nos llevará a combatirlo. Por ejemplo, en el New York Times del 8 de marzo del 2009, Stanley Fish publicó una nota citando una definición de neoliberalismo que puntualiza lo que este es. Lo copio tal cual: “El neoliberalismo es una filosofía en la cual la existencia y operación de un mercado tienen valor intrínseco separadamente de cualquier relación previa con la producción de bienes y servicios... y en la cual la operación de un mercado o de una estructura semejante a un mercado se ve como una ética en si misma, que es capaz de servir de guía para toda la acción humana, y esa ética sustituye a todas las convicciones éticas previas”.
Según esa definición, el creyente no está autorizado para discutir y mucho menos negar, los contenidos del Consenso. En efecto, en México estas creencias se introdujeron vía las instituciones financieras gubernamentales, las cuales prepararon a celosos acólitos, especie de fedayines que se dedicaron a la destrucción de instituciones públicas como si fueran templos paganos y sus operadores, idólatras dignos del quemadero.
2.- En México la dependencia encargada de aplicar el Consenso de Washington ha sido la Secretaría de Hacienda con sus coadyuvantes la Secretaría de la Función Pública, y la Procuraduría General de la República. La aplicación de la Política neoliberal, basada en los diez puntos del Consenso, no tiene objeción, en la suposición de que la Fuerza Política corresponde al Panismo y en consecuencia se imponen las opiniones y la lógica partidista conservadora con todo y su lejanía de las legítimas aspiraciones sociales representadas por las ideas y esfuerzos de la izquierda y de Andrés Manuel López Obrador.
3.- Sin embargo, la legítima fuerza política del panismo ha obscurecido su actuación en la defensa a ultranza de la competencia en el libre mercado y la desregulación, con lo que ha violado casi todas las reglas de la ética elemental, y en su afán por eliminar a la empresa pública, se han destruído instituciones que benefician a la Sociedad, como es el caso de la organización que recolectaba barbasco en beneficio de los campesinos recolectores, o la organización que protegía a los muy pequeños productores de café. En general ha eliminado el gobierno conservador la asistencia para aquellos que no pueden mejorar su situación por sí mismos. Aquellos para quienes el mercado no tiene significado, por ejemplo los pequeños productores de maíz para subsistencia.
En su furor privatizador, el gobierno panista no ha vacilado en la eliminación de la empresa pública vía la negativa para el mantenimiento de la planta productiva que poseía maquinaria y bienes inmuebles, utilizando para esto a los subordinados de la Secretaría de Hacienda para obstaculizar el cumplimiento de los planes de inversión previamente aprobados. Vía la concertación entre Hacienda y la Función Pública se consignan objetivos para la empresa pública, que siendo correctos, son inalcanzables y esto a sabiendas de los funcionarios encargados de la neoliberalización. Cuando los acuerdos alcanzados en conjunto con la empresa pública, en base a los estatutos y reglamentos acordados, no convienen al privatizador, se imponen condiciones especiales que hacen imposible el cumplimiento de los objetivos de la institución bajo juicio. La autonomía acordada para el buen funcionamiento de la empresa pública se acota hasta el estrangulamiento. Este fue el camino escogido para privatizar a PEMEX. Como se decidió a priori que la empresa privada se desempeñaría más eficientemente, se dió de baja al personal técnico sin respetar la libertad de cada uno de los individuos eliminados de su empleo. Claro que se opuso resistencia pero el estado es más poderoso y los despedidos en décadas pasadas aún deambulan solitarios con su capacidad de trabajo y en ocasiones su salario, aún intactos. En su relación con las leyes, estas se acomodan a la conveniencia del gobierno conservador para simular el cumplimiento de la ley y no hay compensación por los daños causados ni distribución de los beneficios. Se niega el suministro de información y se amedrenta con la ley.
Todo lo anterior, es un listado inicial del quebranto de la ética pública, que no siendo una novedad en nuestra historia política, sirve de todas maneras para ilustrar las cuestiones que informan la ética que si mantiene Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores de la izquierda.
Resumiendo, la aplicación del neoliberalismo por los gobiernos conservadores demuestra una falta de ética, en parte por su carácter de imposición internacional externa. Cuentan estos gobiernos además con una práctica ética, que califico de deleznable, entre los funcionarios de todos los niveles, especialmente de la Secretaría de Hacienda que tiene los contactos directos con las organizaciones internacionales y con el financiamiento del presupuesto de la empresa pública
En razón de que muchos de los creyentes y practicantes del neoliberalismo alegan la aplicación de acuerdos internacionales, es necesario legislar para que todos los acuerdos internacionales sean sujetados a un escrutinio efectivo por parte de los partidos políticos para eliminar los acuerdos internacionales dañinos. La revisión de los acuerdos internacionales debe llevarse a cabo, cuidando que el Ejecutivo y los otros poderes no nos conduzcan hacia un restaurante de una sola sopa, con el desierto rodeándonos.