ÁLVARO DELGADO
MEXICO, D.F., 23 de marzo (apro).- Así como el latifundista Luis Terrazas proclamaba en el Porfiriato que él no era de Chihuahua, sino "Chihuahua es mío", Roberto Hernández Ramírez se jacta no de ser oriundo de Tuxpan, sino que este municipio de Veracruz, forma parte de su vasto imperio económico.
Por eso, aunque hay efectivamente consideraciones de carácter técnico, la decisión sobre dónde se ubicará la primera refinería que se construirá en tres décadas, es eminentemente política y, en efecto, el ganador es Roberto Hernández, cuya fortuna se ha acumulado por su maestría en el tráfico de influencias.
Presidente del Consejo de Administración de Banamex, por cuya venta de 12 mil 550 millones de dólares al Citigroup no pago ni un solo centavo de impuestos gracias a Vicente Fox –su cómplice desde la Universidad Iberoamericana--, y uno de los más tenaces propagandistas y financieros de Felipe Calderón, Hernández ha hecho grandes inversiones –económica y políticas-- en Tuxpan para materializar otro de sus magníficos negocios.
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